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Obama busca más influencia en el Este a través de Polonia

El presidente de EE UU acude a Varsovia con una agenda que incluye reforzar la cooperación económica y militar

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, inició ayer un viaje de dos días a Polonia con un par de grandes objetivos: incrementar la influencia de su país en la antigua Europa comunista y potenciar la cooperación política, militar y económica con Varsovia, que desempeña un papel clave en la región. Con su visita, Obama quiere también expresar su apoyo político a la XVII conferencia de jefes de Estado de Europa central y oriental que se celebra en la capital polaca.

Diecinueve mandatarios, entre ellos el italiano, el austriaco y el alemán, están presentes a la cita varsoviana para abordar diversas cuestiones como la relación de la UE con territorios de la antigua URSS y la ayuda a las revoluciones árabes. Pero Obama puede comprobar que Serbia y Rumanía no han acudido a la cita por la presencia de Kosovo, una región autoproclamada soberana que ambos Estados no reconocen. Eslovaquia está en la conferencia después de conseguir que Varsovia aceptara que no se expusiera la bandera de la exprovincia serbia y que no hubiera una declaración conjunta final con la firma del mandatario kosovar.

Hoy, Obama abordará la cooperación con Polonia con el presidente Bronislaw Komorowski y el primer ministro, Donald Tusk. Además se reunirá con representantes de todos los partidos parlamentarios. También mantendrá un encuentro con familiares de las víctimas de la catástrofe área de Smolensk del 10 de abril de 2010, en la que murió el entonces presidente Lech Kaczynski.

Las autoridades propondrán al inquilino de la Casa Blanca una cooperación en la explotación del yacimiento de gas de esquisto recientemente descubierto en Polonia. Obama quiere también instalar una base militar aérea permanente en la región e impulsar un escudo antimisiles alternativo al de George W. Bush en este país y en Rumanía y Bulgaria que ha desencadenado el descontento del Kremlin. El primer paso que dio Washington el año pasado fue el despliegue de varias lanzaderas de misiles Patriot y de un contingente de cien militares para asegurar la vigilancia y mantenimiento de la base, situada a un centenar de kilómetros de la frontera con Rusia.