Economia

El G-8 ofrece ayuda a la 'primavera árabe' a cambio de más democracia

El FMI prestará 35.000 millones de dólares a los países de la región que soliciten apoyo

DEAUVILLE / PARIS. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los países del G-8 propondrán una «colaboración duradera» a los estados protagonistas de la llamada «primavera árabe», en especial a Túnez y Egipto, durante la cumbre de este organismo en Deauville, un elegante balneario del noroeste francés blindado estos días por un vasto dispositivo de seguridad. «Nos reunimos con los primeros ministros de Egipto y Túnez y decidimos lanzar una colaboración duradera con estos países que inician una transición hacia la democracia y la construcción de sociedades tolerantes», afirman los líderes de los ocho países más ricos, que tienen previsto fijar la ayuda financiera que destinarán a mantener ese colosal esfuerzo.

En su proyecto de declaración final de la cumbre, que acaba hoy, el G-8 bajo presidencia francesa sostiene que su «objetivo común» con los países escenario de las «revoluciones árabes» es «desarrollar el estado de derecho». En una nota al G8, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció ayer que estudia otorgar préstamos de hasta 35.000 millones de dólares a los países árabes si los gobiernos de la región piden ayuda al organismo.

Después de que Estados Unidos anunciara que otorgará varios miles de millones para sostener la democratización de esos países y que el Banco Mundial prometiera 6.000 millones de dólares, Gran Bretaña anunció en Deauville 175 millones de dólares para Túnez y Egipto pero también Jordania y Marruecos.

Los líderes de Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Rusia, Italia, Canadá y Japón instarán a Túnez y Egipto a «impulsar reformas económicas y sociales para responder a las aspiraciones de la población», tras los movimientos populares que expulsaron del poder a los dictadores Zine el Abidine Ben Alí y Hosni Mubarak. En todo caso, los primeros ministros de Túnez, Beji Caid Essebsi, y de Egipto, Essam Charaf, invitados al G-8, llegarán con las cuentas hechas. Túnez dice que necesitará 25.000 millones de dólares en los próximos cinco años y Egipto 12.000 millones hasta mediados de 2012.

No obstante, el anfitrión, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, que inauguró la reunión, no quiere que sea una «cumbre de donantes». Adelantándose al G-8, Washington anunció hace unos días una ayuda de varios miles de millones de dólares, y el Banco Mundial prometió hasta 6.000 millones, siempre que se pongan en marcha reformas políticas y económicas.

Candidaturas al FMI

Aunque no figura en la agenda, el nombramiento del sucesor de Dominique Strauss-Kahn al frente del FMI estuvo presente en todas las conversaciones del G-8, cuyos miembros europeos defendieron la candidatura de la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde. Los emergentes, que no han sido invitados, tratan de consensuar su propio aspirante.

Estados Unidos aseguró que aún no ha tomado «oficialmente» una decisión sobre el candidato que apoyará para dirigir el FMI. No obstante, la jefa de su diplomacia, Hillary Clinton, explicó en una conferencia de prensa en la OCDE que «oficiosamente» en su país dan «la bienvenida a mujeres bien cualificadas y con experiencia para dirigir una organización como el FMI».

Sus palabras pueden interpretarse como un apoyo tácito a las aspiraciones de Lagarde. Hay expertos, sin embargo, que no descartan que otra mujer pueda dar un paso adelante e irrumpir en la carrera por ocupar el despacho del defenestrado político socialista francés antes del 10 de junio, cuando vence el plazo para presentar las candidaturas. Si hay más de cuatro aspirantes, la lista de los tres con más apoyos se publicará el próximo día 17.

Lagarde está respaldada por los países europeos, en especial Francia. Su presidente, Nicolás Sarkozy, reiteró en la cumbre del G-8 que la aspirante gala «es una mujer de gran calidad» y auguró que «si acaba siendo designada sería una directora general excelente, pero todavía queda mucho para ello». Lagarde y el gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstern, que reclama el apoyo de los países emergentes, son las únicas personalidades que han presentado sus candidaturas.