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Oposición y sindicatos griegos responden con una huelga general al nuevo plan de recortes
El ministro heleno de Finanzas amenaza con la bancarrota si no recibe la ayuda de la UE y el FMI
ATENAS. Actualizado: GuardarGrecia se asoma al abismo de la quiebra financiera. Yorgos Papandreu, primer ministro y ahora hombre más impopular del país, fracasó ayer en su intento de consensuar con los sindicatos y partidos de la oposición el nuevo paquete de recortes de gasto público y privatizaciones anunciado el lunes para evitar la quiebra del país. Diputados socialistas disidentes desplegaron por la mañana un cartel que proclamaba 'Grecia no está en venta' en la columnata del Parlamento, mientras las centrales anunciaban la enésima huelga general.
El sindicato griego de funcionarios Adedy llamó a sus afiliados a manifestarse el 4 de junio en Atenas para decir 'no' a «una nueva tormenta de recortes, aumentos de impuestos, privatizaciones, despidos y limitaciones de derechos de jubilación», según detalló en un comunicado. De acuerdo con sus cálculos, «el nivel de vida de las clases medias y modestas caerá un 20%» de salir adelante el nuevo plan de ajustes.
Esta central prepara, además, otra huelga general junto con la Confederación de Trabajadores de Grecia (GSEE), principal sindicato del sector privado, para el 21 de junio, aunque la fecha está sin cerrar. «Responderemos en la calle, no se trata de un paquete de rescate, sino de una venta con rebajas, es una receta de recesión, sin salida», declaró Stathis Anestis, secretario general adjunto de GSEE.
Salvo el partido de extrema derecha (Laos), el resto de formaciones de derecha e izquierda, y los diputados independientes se negaron a firmar el plan de recortes de Papandreu, descontentos con las privatizaciones e incrementos fiscales. El jefe de la oposición de derecha, Antonis Samaras, denunció una «receta errónea» que «paraliza» una economía en recesión. La oposición comunista y la izquierda radical reafirmó también su total rechazo al plan gubernamental, pese a las presiones de Bruselas.
Papandreu, preocupado por convencer a sus socios europeos de que está dispuesto a cualquier sacrificio con tal de sanear las cuentas públicas, dijo estar preparado para escuchar propuestas «realistas» que contribuyan a encarar el escenario de deuda pública y déficit.
Bancarrota
Pese a los esfuerzos del primer ministro, quedó patente que el pesimismo hace mella en el Ejecutivo. El responsable de Finanzas, Yorgos Papaconstinu, admitió en una entrevista concedida a una televisión ateniense que si Grecia no recibe el mes que viene el quinto tramo de la ayuda internacional comprometida, 12.000 millones de euros, tendrá que declarar la bancarrota. «Si no recibimos el dinero hacia el 26 de junio nos veremos obligados a cerrar la tienda y declarar la imposibilidad de pagar nuestras obligaciones», declaró al canal Skai.
La reacción a esas palabras no se hizo esperar. La agencia de calificación Moody's avisó de que un impago de la deuda soberana griega tendría consecuencias también para otros países del euro, sacudidos por la inestabilidad financiera. Fitch, por su parte, rebajó la nota a largo plazo de cinco de las principales entidades del país: National Bank of Greece, Eurobank, Alpha Bank, Piraeus Bank y Agricultural Bank.
Mientras, en la calle crece el descontento. Empleados del Banco Postal (TT), uno de los elegidos por el Gobierno para su privatización, ocuparon la sede de la entidad en Atenas. El nuevo plan, presentado bajo la presión de los acreedores del país, la UE y el FMI, incluye la venta de las 'joyas' de la familia, entre ellas empresas de telecomunicaciones y puertos. El objetivo es convencer a prestamistas y mercados para que den un nuevo respiro al estado para gestionar, sin reestructurar, una deuda de 354.000 millones.