Ciudadanos

El presidente resistirá al frente del Gobierno pese a la debacle

El jefe del Ejecutivo echa la culpa de los calamitosos resultados a la crisis, pero defiende su gestión y la de los candidatos socialistas

MADRID. Actualizado: Guardar
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Se cumplieron, de largo, los peores pronósticos para el PSOE. Ni siquiera se puede decir que salvara los muebles. Desde la aplastante derrota de 1995, antesala de la victoria de José María Aznar en 1996, los socialistas no habían obtenido un resultado tan calamitoso en unas municipales, ni había perdido tantos gobiernos autonómicos. José Luis Rodríguez Zapatero, sin embargo, no se da por aludido. Seguirá al frente del Gobierno y agotará la legislatura.

El jefe del Ejecutivo compareció ante la prensa al filo de la media noche. El hecho de que optara ser él quien diera la cara, en lugar del vicesecretario general del partido, José Blanco -que es lo que estaba previsto- hizo pensar en un anuncio de alcance. Pero no fue así.

Los socialistas echan la culpa de todo a la coyuntura económica; no a su gestión. «La crisis nos ha golpeado donde más nos duele, en el desempleo, y esta es la primera vez que los ciudadanos han podido expresarse a través de su voto desde que estalló», justificó la portavoz del comité electoral, Elena Valenciano ya al cierre de los colegios electorales.

Zapatero repitió casi cuatro horas después el mismo argumento. «Era de esperar que el PSOE, que ejerce el Gobierno de la Nación, recibiese un castigo», admitió. Y, aún así, no hizo suya la derrota. Al contrario. Los socialistas no creen que el problema esté en lo que se ha hecho durante los años de crisis sino en que no han sido capaces de explicar sus «razones» para hacerlo y en que aún no ha habido tiempo suficiente para que las medidas aprobadas surtan efecto.

«Nuestra obligación -insistió el jefe del Ejecutivo- es seguir ejerciendo las responsabilidades que los ciudadanos nos han encomendado, hacerlo desde el Gobierno con la máxima lealtad institucional, y también desde la oposición». Por si no había quedado claro, ratificó a las preguntas de los periodistas que su intención es convocar elecciones generales en marzo de 2012.

Situación difícil

Su cara, en todo caso, era un poema. Como la del resto de dirigentes que salieron a flanquearle: el vicesecretario general del PSOE, José Blanco; la vicepresidenta económica, Elena Salgado; el portavoz parlamentario del Congreso, José Antonio Alonso, y la ministra de Sanidad, Leire Pajín. «En una situación difícil hemos tenido el apoyo de 6 millones de personas y lo agradezco -remarcó Zapatero-; estoy muy orgulloso del trabajo realizado por los socialistas».

Ahora se abre otro período complicado para este partido. El próximo sábado celebrará, si no decide otra cosa la ejecutiva de mañana, el Comité Federal del partido que convocará las primarias. Se abre una guerra interna en un momento delicado. Más de lo previsto.

Los socialistas supieron siempre que las cosas estaban difíciles pero aspiraban a retener sus principales feudos, aunque fuera por los pelos. No fueron buen augurio, ya desde el principio de la campaña, los problemas de Zapatero para llenar plazas que antaño conseguía abarrotar sin problema. Pero la dirección del partido trató de minimizar este hecho y llegó incluso a aferrarse a la idea de que podía existir un porcentaje no despreciable de voto oculto. Un análisis ilusorio, a la luz de los resultados finales. No fue, como vaticinó Valenciano, una «buena noche» para el PSOE.