DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOS¿HAY ELECCIONES HOY?

La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

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Han influido muchas cosas para que hayamos tenido una campaña electoral tan sumamente descafeinada. Ha sido, sin lugar a dudas, la menos intensa de las que yo recuerdo, algo en lo que coinciden conmigo muchos de los colegas de profesión con los que he hablado sobre este tema. Si lo analizamos es fácil detectar los factores que han hecho de esta campaña electoral un recordatorio sin pena ni gloria de que cada cuatro años tenemos que elegir a los gobernantes de la ciudad. El primero de todos se fundamenta en una crisis tan profunda y duradera que no solo ha vaciado los bolsillos del personal sino que también se ha llevado por delante el interés por las instituciones y el crédito -mucho o poco- que conservaba la clase política. La gente está un poco harta de todo. De la hipoteca, de los concejales, de los alcaldes y alcaldesas, de los impuestos, de los números rojos, del vecino y hasta de la prima del pueblo. Así que ni les cuento cómo está la cosa para aguantar promesas electorales. Partiendo de esta base se explica todo lo demás. En Jerez la primera semana de la campaña coincidió con la Feria del Caballo y los partidos, con buen criterio, decidieron dejar aparcado el tema de las elecciones a las puertas del Real del parque González Hontoria. Pero seguro que muchos de ustedes recordarán que no siempre fue así. Hubo campañas en las que el candidato de turno llegaba mientras te estabas zampando un serranito y te metía la publicidad entre el filete de lomo y la loncha de jamón, amén de la que ya te había dejado dentro de la jarra de rebujito. Así que antes de tocarles más la moral a los jerezanos los políticos han decidido casi no aparecer por la Feria. Así las cosas la campaña ha quedado reducida a una semana, la que hoy termina. Si al hecho de que no está el horno para bollos le sumamos que aquí estamos tiesos todos -los partidos políticos también- tenemos como resultado unos tímidos repartos de propaganda y un puñado de mítines a los que, realmente, sólo han ido los convencidos y los familiares y compañeros de partido de los candidatos. Nada que ver con aquellas campañas en las que se llenaba la plaza de toros con artistas de primera fila que actuaban después de los mítines. Lejos quedan aquellos despliegues mediáticos con todo tipo de merchandaisin: chapas, llaveros, carpetas, pegatinas, pins.Y salvando honrosas excepciones no queda casi nada de las campañas imaginativas y divertidas que llevaban a cabo aquellos que no tenían para tanto dispendio. Del capítulo de las propuestas, para qué vamos a hablar. A excepción de un par de asuntos da la sensación de que todos los partidos manejaban el mismo programa electoral. Así pues, teniendo en cuenta todo esto estoy seguro que alguno ni se habrá enterado de que hoy tenemos elecciones municipales. La gran novedad de esta campaña no ha venido, por supuesto, de la mano de los partidos, sino de parte de los ciudadanos. El movimiento del 15M ha irrumpido entre nosotros cuando ya muchos se preguntaban qué más tenía que suceder en España para que alguien levantara la mano y alzara la voz. Parece que esta vez no es sólo idealismo, sino ganas de cambiar las cosas de verdad. La Spanish Revolution como ya la llaman en medio mundo no es exclusiva de los jóvenes o de los parados o de los antisistema, es un movimiento capaz de aglutinar a todos que busca devolver el poder de decisión a los ciudadanos. Nuestros gobernantes e instituciones tienen ahora por delante la enorme responsabilidad de saber escuchar a la gente y canalizar las reclamaciones que puedan hacer la mayoría de los españoles. Hace muy pocos años que estrenamos la democracia, pero no cabe duda de que hay que darle un lavadito de cara y un meneo en condiciones si queremos que algún día nos vuelva a importar, volvamos a ilusionarnos, volvamos a enterarnos de que en una jornada como la de hoy estamos llamados a elegir a nuestros gobernantes. De lo contrario, habremos fracasado estrepitosamente.