TIEMPOS REVUELTOS
Actualizado: GuardarEs la tercera vez que Felipe González irrumpe en Andalucía en una campaña electoral que finaliza, como es sabido, en el inicio de la medianoche de este sábado, 21 de mayo. Hacía tiempo que no se prodigaba tanto el líder socialista en su tierra en tiempos electorales. Y bien que lo han agradecido sus compañeros, fieles y creyentes en el sueño igualitario.
Los tiempos andan revueltos, o será que nos llega desde el norte de África la metástasis del imperioso ajuste de cuentas de las juventudes árabes contra sus gobernantes, mayormente tiranos. Dicho en metáfora: el Mediterráneo se ha secado y yace en el pasado. Como en los tiempos bíblicos en los se abrían los océanos para las muchedumbres del Pueblo Elegido.
Los océanos ya no se abren ni ante la OTAN, pero las nuevas generaciones, hartas y hastiadas de las estafas de las democracias formales, no tienen ni un pase, como diría un taurino. Revueltas que en el continente vecino, latitud sur, han provocado centenares de víctimas mortales y algunas caídas de los regímenes más crueles y déspotas. Y todos quieren llegar a la Tierra prometida pese a la extrema y apaisada violencia del neocapitalismo. Gente desesperada y 'legiones famélicas' como describían los poetas estalinistas a las masas populares que el mismo absolutismo marxista liquidaba sin titubeos ni piedad en sus campos de exterminio. Lo dijo Heráclito: 'El Poder político se fundamenta en la violencia'. El maestro, a veces, se pasaba.
Pero estábamos con González y su recetario para elevar la moral de las filas socialistas. Hay que introducirse en las tuberías del tiempo pasado para encontrar a un líder con tanta facilidad y aproximación a las masas, como el susodicho Felipe. Desde que se situó en un segundo plano público y rechazó, además, pugnar por la presidencia de la frágil Unión Europea, González ha vuelto a enamorarse, sonríe con naturalidad pasmosa y prosigue creando con sus manos joyas y otros señuelos para sensibilidades refinadas. Rajoy no se atreve a pegarse a su rueda en las curvas y el prócer de los pies sobre la mesa con acento tejano ha borrado de su memoria la figura del hijo del vaquero González, nacido en la montaña, y desposado con una señora natural de Villarrasa (Huelva).