Iván de la Peña rompió a llorar en la rueda de prensa que ofreció ayer. :: A. GARCÍA / EFE
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Se va un genio del fútbol

De la Peña, sinónimo de fantasía y verticalidad, anuncia su retirada vencido por las lesiones

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Tuvo un defecto, solo uno, pero fue una tara enorme para los entrenadores que se agarraron a las pizarras como método único o para los que intuyeron que podía eclipsar su protagonismo. Poco importó que fuera un inconveniente pequeño para los técnicos románticos que dan rienda suelta a los virtuosos del balón. Esos, al fin y al cabo, no son demasiados. Nunca miró hacia atrás, siempre buscó el mejor pase, la forma de dejar a su compañero en la mejor posición posible.

Vertical, quizás excesivamente, así fue Iván de la Peña, un futbolista que entendió el fútbol como un arte, un genio del balón. Y como otros maestros en la historia de la pintura, del teatro, de la poesía... también fue en su momento un incomprendido a quien un día se valorará gracias a las imágenes grabadas en vídeo y en DVD. No es una exageración. Lo confirma el mensaje que transmitió ayer en su twitter Ronaldo, el auténtico, el '9', el brasileño que encandiló por igual a las aficiones de Barça y Madrid: «Hoy el fútbol está triste. La retirada de Iván de la Peña de los terrenos de juego es una gran pérdida para los que amamos el fútbol arte. Le deseo mucha suerte a mi amigo y compañero en su nueva vida. Todos echaremos de menos sus fantásticos pases milimétricos». ¡Y solo jugaron juntos un año en el Camp Nou!

De la Peña anunció su retirada del fútbol profesional a los 35 años de edad en una emotiva comparecencia ante los medios de comunicación de Barcelona. Las lágrimas acompañaron cada declaración. Mañana tendrá la oportunidad de despedirse en el Estadi de Cornellà-El Prat de una afición del Espanyol que le ha dado todo el cariño del mundo durante las nueve últimas temporadas, mimándole pese a las lesiones que le han atormentado en el último tramo de su carrera. Jugará unos minutos contra el Sevilla y, que nadie lo dude, dejará alguna perla.

Pensó en operarse

«Será mi partido más difícil, pero también el más bonito. He pensado en operarme, pero creo que ya está. Mi cabeza quería seguir pero el cuerpo ha dicho basta. Es la mejor solución y ahora, a disfrutar muchísimo. Espero saltar al césped otra vez, después de tanto tiempo, y despedirme de él dentro del terreno», explicó el internacional con la voz entrecortada por la emoción.

Nacido en Santander el 6 de mayo de 1976, maravilló de tal manera jugando al fútbol sala en el barrio Pesquero que pronto pasó a formar parte del San Francisco, paso previo a su llegada al Racing, donde necesitaron que se marchara una temporada al Perines para echar de menos su duende. A los 15 años, con el '8' a la espalda, igual pisaba área que marcaba goles que daba el último pase entre líneas. El Madrid y el Barça se pelearon por él en una disputa que hoy llenaría páginas deportivas y ocuparía espacios radiofónicos y programas televisivos de madrugada. Acabó vistiendo de azulgrana en el verano de 1991, donde desarrolló todo su talento con un 'look' en la cabeza que nunca le abandonó. 'Lo Pelat' o 'El Pequeño Buda' fueron sus apodos en un deporte que no era tan mediático como ahora.

En 1995, con 19 años, debutó en el primer equipo azulgrana a las órdenes de Johan Cruyff, quien, aunque le dio la alternativa, se resistió a confiar del todo en él en un clásico ataque de ego de la última etapa del técnico holandés. Nadie sabrá nunca si la obsesión por convertirle en un '4' de toque impidió que el fútbol español disfrutara de un mediapunta o de un falso '9' actual al estilo Messi. En la 96-97, con Bobby Robson, se asoció con el mencionado Ronaldo para impresionar y ganar Recopa, Copa y Supercopa. Pero en la 97-98, su fantasía chocó con la rigidez de Van Gaal para darse cuenta de que debía cambiar de aires.

Pese a los millonarios traspasos, ni en el Lazio ni en el Olympique de Marsella se consolidó, con un efímero y absurdo regreso al Barça en la 2000-01 por cuestiones contractuales. Su llegada al Espanyol en 2002 le dio por fin tranquilidad y continuidad. Con Tamudo formó otra pareja demoledora, aunque centrada en lograr la permanencia de un equipo humilde. Y tuvo su gloria al conquistar la Copa en 2006. Hasta Luis Aragonés le premio con la internacionalidad en cinco ocasiones.

Sin embargo, las lesiones le impidieron formar parte del ciclo victorioso de la selección. «El fútbol ha sido muy justo conmigo. Sería egoísta por mi parte decir lo contrario. Así es la vida y me ha ayudado a ser más fuerte, a crecer como persona y jugador y no tengo por qué pensar ahora en esto. Es así, es como viene, y hay que luchar. Estoy muy orgulloso», afirmó De la Peña.