La reforma integral de la plaza del Mentidero ha favorecido el negocio de los bares y la convivencia de los vecinos. :: MACARENA CORRALES
Ciudadanos

Las dos caras del gran balcón al mar de Cádiz

Diecisiete fincas del barrio están cerradas por su mal estado

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Entre la zona centro y el océano Atlántico se extiende uno de los barrios más populares de Cádiz, el del Mentidero. En él quedan las huellas de un pasado glorioso, en el que estuvo habitado por aristócratas y por comerciantes, muchos de ellos extranjeros. También de ese pasado queda otra huella, la de los años. En parte ha tratado de ser borrada con la rehabilitación de edificios y la reforma de calles, destacando sobre el resto la de la propia plaza del Mentidero, que se ha consolidado como zona preferente de la hostelería y lugar de encuentro y descanso de muchos vecinos que no se cansan de alabar el cambio que ha dado esta zona.

Alfonso Bolaños cuenta sentado en uno de sus bancos que «la plaza está muy bien desde que se hizo el arreglo, han conseguido hasta que desaparezca el trapicheo que antes era constante». Y en el mismo punto coincide Antonio Láinez: «Ya no se ve por aquí la droga, ha costado mucho quitarla. Hemos ganado en seguridad». Este mecánico no duda en reconocer el trabajo que ha realizado en este sentido la Asociación de Vecinos del barrio, especialmente su presidenta, Blanca Marzán, que en estos días hace campaña electoral con Izquierda Unida, partido con el que concurre a las Municipales como número 2 de la lista, en la que ha entrado como independiente.

Pero la plaza es solo la cara amable de un barrio que se va oscureciendo a medida que uno se adentra en sus calles interiores. En ellas, varios solares son la prueba de como la crisis ha dejado a medias la rehabilitación del Mentidero. En Ustáriz o San Isidro las promociones de la Junta de Andalucía o el Ayuntamiento de Cádiz se quedan en el cartel de obra. Son la evidencia del gran problema del barrio, que no es otro que la vivienda. Se pueden contar hasta diecisiete fincas cerradas por el mal estado de las mismas. Otras no lo están, pero deberían. No son pocos los vecinos que abren sus puertas para mostrar que en El Mentidero queda infravivienda.

San Isidro 5 a Alameda Apodaca 5 son solo dos ejemplos de inmuebles en los que sus habitantes temen quedarse en cualquier momento en la calle. Las familias que los ocupan están desesperadas. «El dueño lo único que hacen es poner parches», dicen unos, los que viven de alquiler. Mientras, los que son propietarios se quejan de que «el Ayuntamiento no para de requerirnos obras de seguridad en las fachadas, pero ya no sabemos como explicar que no tenemos recursos ni siquiera para cerrar los techos, que cualquier día se nos van a venir encima».

Otro de los problemas históricos del barrio es el aparcamiento. Parecía que con la construcción del subterráneo de Santa Bárbara se acabaría, pero el cambio en el precio para hacerse con una plaza en cesión durante 50 años ha provocado una gran decepción entre los vecinos, que solo han reclamado 36 de las 200 plazas ofrecidas. Juan Sánchez, que tiene una frutería en Enrique de las Marinas, considera que «están pidiendo demasiado dinero para lo que un trabajador puede pagar, y encima cada vez tenemos menos sitio donde dejar las furgonetas».

El problema para la carga y descarga es común al resto de comerciantes de la zona. Especialmente molestos están los hosteleros de la plaza, a los que van a obligar a disminuir el tamaño de sus terrazas, con el perjuicio que ello conllevará en cuanto a la contratación de personal. «Les han metido una puñalada», dice Manuel Domínguez, que no obstante reconoce que «también tienen que ser conscientes de que tienen que dejar sitio al peatón».

Por lo demás, quejas por las deficiencias del Pabellón del Centro Histórico o el acerado de las calles, pero en general, la sensación de que el barrio está mejor que hace unos años es generalizada.