Sean Penn y Brad Pitt son hijo y padre en la película, cuyos saltos temporales se remontan al origen del Universo. A la derecha, Pitt, ayer en Cannes. :: REUTERS
Sociedad

Aplausos y silbidos para Terrence Malick

'El árbol de la vida', la vuelta al cine del director estadounidense, provoca la primera gran división en Cannes

CANNES. Actualizado: Guardar
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Era la película más esperada del 64 Festival de Cannes -con permiso de Almodóvar y 'La piel que habito', que no veremos hasta el jueves- y la polémica suscitada hará historia. 'El árbol de la vida' es el quinto largometraje en 30 años de Terrence Malick (director de 'Días del cielo' o 'La delgada línea roja'). Se quiso proyectar en el festival de hace un año pero aún no estaba acabada.

Mucho antes del comienzo de la proyección, el Gran Auditorio Lumière estaba abarrotado, lo que provocó un considerable tumulto en la puerta por parte de quienes se quedaron fuera. ¿A qué se debe tanta expectación? A que nadie sabía nada de esta película, salvo que en ella están Brad Pitt (que también es coproductor) y Sean Penn. Y a que Malick, como un Salinger cualquiera, rehúye todo contacto con la prensa. Es más, ni siquiera ha venido a Cannes

¿Y la película? Pues, por resumirlo en una frase, se puede definir como una película mística, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Malick nos cuenta la historia de una familia acomodada de una exclusiva zona residencial de un pueblo de la Norteamérica de los 50, donde la madre recibe una mañana un telegrama comunicándole la muerte de uno de sus hijos en la guerra (cabe suponer que la de Corea). A partir de aquí, el director reconstruye diversos momentos de la educación de los hijos por un rígido padre militar y una madre cariñosa y protectora.

Pero Malick no se limita a contarnos la vida de la familia. Se remonta a la creación del universo (con hermosísimas imágenes que parecen sacadas de un documental de National Geographic), el surgimiento de los planetas, la vida en la Tierra -dinosaurios incluidos-, con reminiscencias de Stanley Kubrick. Y también de la vida después de la vida, en la que vivos y muertos coinciden en un más allá con forma de playa: si la vida surgió del mar, todo acabará en el mar.

No es una película que deje indiferente: o se ama o se odia. Tras la multitudinaria proyección de la mañana, aplausos y abucheos se mezclaron a partes iguales. Y muchas horas después, aún se seguía discutiendo encarnizadamente sobre ella. El filme emociona en algún momento. Se le podría reprochar que sus personajes tienen la vida resuelta, al menos al principio. Pero es la historia de Malick, una película muy hermosa en la que Malick nos ha dejado su visión del mundo.

«Harían falta varios días para explicar el proceso de creación de la película. El guion estaba muy bien escrito, era muy denso, pero Terrence Malick no quería seguirlo al pie de la letra. Le gusta atrapar la verdad al vuelo. Es por eso que la película desprende esa impresión de frescura. Además, casi todo se filmó a plena luz del día», dijo Brad Pitt, que hace una interpretación muy brillante y muy lejos de los personajes a que nos tienen acostumbrados: «Esta película es universal, Malick espera conmover a todas las culturas», concluyó.

La segunda cinta exhibida ayer fue 'La Apollonide: Recuerdos de la casa cerrada', tercera de las cuatro películas francesas en competición. Dirigida por Bertrand Bonello, es la historia de un lujoso burdel francés de los comienzos del siglo XX, filmada de forma tan esteticista como fría, llena de bellas señoritas sin ropa pero también sin pasión de ningún tipo. Bonello, que antes había dirigido 'El pornógrafo', vuelve a explorar la sexualidad y el universo femenino. Los hombres son sólo elementos secundarios. «Cuando existe un mundo cerrado, puede convertirse en un mundo de ficción», explicó el cineasta tras una proyección acogida con leves abucheos y una frialdad glacial.