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Rusia acorrala a la insurgencia islámica del Cáucaso Norte

Moscú intensifica la lucha contra los terroristas ante las próximas elecciones y para evitar atentados en las Olimpiadas de Sochi en 2014

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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El ministro ruso de Interior, Rashid Nurgalíev, anunció el pasado martes que en lo que va de año, las fuerzas de seguridad rusas han conseguido aniquilar a 146 insurgentes islámicos en el Cáucaso Norte. Para encontrar cifras similares de guerrilleros muertos habría que remontarse a los momentos álgidos de cualquiera de las dos contiendas habidas en Chechenia desde el año 1994. Si la información oficial no miente, las operaciones contra la guerrilla llevadas a cabo en las últimas semanas han sido especialmente exitosas. Y no solo por la cantidad de rebeldes abatidos sino también porque entre ellos había numerosos cabecillas de la banda.

El martes, el mismo día que Nurgalíev compareció para dar a conocer los datos sobre la marcha de la lucha antiterrorista, un comando de fuerzas especiales acababa con la vida de Astemir Mamíshev en la casa de Nálchik (Kabardino-Balkaria) en donde se había parapetado. A Mamíshev se le buscaba por organizar y perpetrar varios atentados y por asesinar al muftí local. Dos días antes, murieron ocho insurgentes en Daguestán, todos eran miembros del llamado comando Kizliar.

Pero los dos golpes contra el entramado terrorista del Cáucaso Norte más demoledores fueron asestados el pasado mes de marzo en Ingushetia y a finales de abril en el poblado de Progress, justo en la frontera entre Kabardino-Balkaria y la región de Stávropol. En el primero fueron liquidados cerca de una veintena de hombres próximos al jefe supremo de la insurgencia, el checheno Doku Umárov, apodado el emir del Cáucaso, mientras que en Progress cayó nada menos que Asker Dzhappúyev, el líder de las células que operan en Kabardino-Balkaria, y nueve de sus compinches.

Además, en un operativo mixto de los servicios secretos rusos y fuerzas especiales del Ministerio del Interior, el pasado tres de mayo se logró dar muerte en Chechenia al emisario de Al-Qaida en la zona, el turco Doger Sevdet. Su predecesor, el saudí Haled Yusef Mohamed, había sido abatido días antes, el 21 de abril, también en Chechenia. Cuatro días más tarde, era acribillado a tiros Gadzhiyad Gazíyev, un alto responsable de la guerrilla islámica en Daguestán.

Acabar con los «canallas»

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, reiteró a finales de marzo que «las medidas para acabar con la insurgencia deben continuar e intensificarse». «Tenemos que aplastar de una vez a esos canallas», declaró indignado. Estaba aún reciente la campaña de terror lanzada en Kabardino-Balkaria por la guerrilla para ahuyentar a esquiadores, montañeros y turistas. Y, efectivamente, consiguieron paralizar la temporada de esquí en la zona del monte Elbrus, el más alto de la cordillera del Cáucaso, con varios atentados y asesinatos.

El Elbrus se encuentra muy cerca de la frontera con la república de Karacháevo-Cherkesia, en donde también hay grupos islámicos activos y se han cometido numerosos ataques. El pasado mes de febrero, Medvédev destituyó al jefe de la república, Borís Ebzéyev, por su escasa firmeza en la lucha contra el terrorismo y por el penoso estado de la economía.

Karacháevo-Cherkesia está a tiro de piedra de Krásnaya Poliana, la zona de montaña cercana a Sochi, en donde tendrá lugar la olimpiada de invierno de 2014. De ahí que las autoridades rusas se hayan propuesto erradicar o debilitar lo más posible a los grupos islámicos arraigados en la zona del Cáucaso Norte para evitar posibles sorpresas durante los Juegos Olímpicos.

En diciembre de este año se celebran además elecciones legislativas en Rusia y presidenciales en marzo de 2012. La lucha contra el terrorismo ha sido, tanto para Dmitri Medvédev como para el primer ministro, Vladímir Putin, uno de los puntos fundamentales de sus programas. El año comenzó con un espeluznante atentado en la terminal de llegadas internacionales del aeropuerto moscovita de Domodiédovo. El brutal ataque se produjo el 24 de enero y dejó 37 muertos.