Dinamarca rompe la baraja
Actualizado: GuardarAunque parece inseparable de la política interna, la decisión del Gobierno danés de restablecer los controles fronterizos en vigor antes del proceso unificador de la UE es un torpedo en la línea de flotación del Tratado de Schengen. Dinamarca, sencillamente, ha roto la baraja de la política de fronteras y viola su compromiso, aunque sugiera cándidamente que inseta su nueva política en el Tratado. El Gobierno argumenta que necesita medidas de control más severas para combatir la criminalidad. Tales medidas, como probó la minicrisis ítalo-francesa a cuenta de la inmigración de tunecinos, pueden ser adoptadas con el recurso a las salvaguardias previstas en el propio Tratado. El Gobierno danés se ha precipitado y ha hecho una gran concesión a su socio externo, el Partido del Pueblo Danés, de extrema derecha, cuyos votos le garantizan la supervivencia. Lo ha hecho, además, en víspera de que los ministros europeos de Interior presentaran una propuesta en Bruselas para mancomunarla y encauzar los problemas sectoriales. Pero Copenhague ha preferido cabalgar sola. Mal ejemplo, mal presagio y poco europeísmo.