Más agobiados con los coches que con los monumentos

La condición bipolar en la relación de los ciudadanos con su entorno es un clásico en la provincia de Cádiz. También en Andalucía y en todo el litoral mediterráneo. Quizás se dé en casi todos los lugares del mundo. Los vecinos adoran su entorno, lo añoran si se alejan pero son muy críticos con su realidad, con sus porcentajes de desempleo, sus sistemas de obtención de vivienda.

El Puerto de Santa María es fiel al inviolable estándar. Más del 76% de los encuestados dice vivir «muy bien» o «bastante bien» en la ciudad aunque luego se muestre muy crítico con la gestión municipal o con la del resto de administraciones. Eso sí, el dato esconde una llamada de atención. Esa sensación de bienestar blindada ante la decadencia económica, laboral o social muestra visos de no ser eterna. De hecho, en el tramo por edades, uno de los dos grupos menos numerosos entre los que dicen vivir «muy bien» en El Puerto de Santa María es el de los jóvenes. Entre los que tienen de 18 a 24 años, los que dicen estar encantados como vecinos portuenses no llegan a ser ni la quinta parte (se quedan en el 19,6%). Los mayores de 64 años son los más complacientes. Es el único tramo edad en el que más de la mitad de los que contestan dicen vivir «muy bien».

Una vez superadas las sensaciones, llegan los problemas. Llama la atención, respecto a otras ciudades de la Bahía, que los portuenses tengan el aparcamiento y los problemas de tráfico entre sus problemas más destacados. Un tercio de los preguntados considera que el tráfico o el aparcamiento son de los mayores problemas de la ciudad. Entre los dos grupos, suman el 28,3% lo que convierte la movilidad urbana en una prioridad para los nuevos responsables municipales.

Como en el resto de ciudades españolas, especialmente las de la provincia de Cádiz, el paro tiene un protagonismo desmedido en el desvelo de los ciudadanos. Eso sí, en el caso de El Puerto de Santa María, la cifra baja un poco respecto a Cádiz y Jerez. Son seis de cada diez los residentes portuenses que lo consideran el principal problema.

La conservación del patrimonio histórico y cultural también ha provocado constantes debates ciudadanos en El Puerto. La Casa de las Cadenas, la Plaza Real o el Ayuntamiento Viejo han sido objeto de polémica sobre su posible deterioro, su uso o su mantenimiento. Sin embargo, a diez días de las elecciones, todos esos conflictos parecen haberse diluido. Ya no forman parte de las principales preocupaciones ciudadanas. Un tercio de los encuestados no valora ni positiva, ni negativamente la gestión del patrimonio cultural portuense.

Para redondear la sensación de distancia, el segundo grupo más numeroso es el de ciudadanos que creen que esta riqueza está gestionada de forma «bastante positiva». Son el 21,7% de los encuestados. La riqueza monumental portuense, por tanto, no se percibe como un tesoro en peligro.