La calle de La Palma se ha convertido en el motor del barrio con su gran concentración de locales de hostelería. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

Las penas que se esconden tras la sonrisa de Cádiz

El desempleo es un mal endémico del barrio más castizo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En La Viña las macetas de colores tapan los desconchones de las fachadas. Es un reflejo de la realidad de un barrio que siempre sonríe de puertas para fuera, pero que pasa «muchas fatiguitas» cuando se encierra en casa.

La Viña es sin duda uno de los barrios más conocidos de la ciudad. Es la cuna del Carnaval, la puerta de La Caleta, punto de encuentro para el turismo en verano. Esas son las caras amables de un barrio que se vuelca con los visitantes durante tres meses para poder vivir el resto del año de las rentas. Y cuando no se escuchan los sones del 3x4 ni huele a caballas asadas en la calle de La Palma afloran los problemas de unos vecinos para los que el paro se ha convertido ya en un mal crónico.

Los viñeros tienen claro que ese es el principal problema del barrio. «Aquí estamos todos quemados», comenta Antonio Rueda desde detrás de la barra de la Peña El Erizo. «Desde hace varios meses otra vez están pidiendo las familias fiado», se lamenta. Con el coincide Mari Carmen Armario: «el paro afecta a todo el mundo, no hay familia que se libre», comenta.

Dentro de los límites de este barrio, que va desde la calle Sagasta hasta la Caleta y desde el Campo del Sur hasta la calle de La Rosa, existe otro grave problema: la vivienda. Paseando por sus calles las fincas rehabilitadas, tanto por el Ayuntamiento de Cádiz como por la Junta de Andalucía, se alternan con otras en muy mal estado. Hay alrededor de 20 inmuebles cerrados, algunos con peligro de derrumbe. En otras, cinco o seis, apenas quedan uno o dos vecinos que se atreven a desafiar a las amenazantes vigas. La promesa de las administraciones era que la infravivienda desaparecería del barrio en 2012, pero la falta de dinero ha paralizado muchos proyectos. Desde su comercio en la calle La Palma lo corrobora María José Carrasco: «la Junta ha dejado de invertir y las familias no tienen ayudas para rehabilitar muchas casas que están fatal».

Precisamente el mal estado del parque inmobiliario hizo hace unos años que muchos jóvenes optasen por irse a vivir a otras zonas de la ciudad. Esto, sumado al éxodo generalizado de jóvenes a otras poblaciones en busca de trabajo, provocó que la población viñera se viera muy envejecida. No obstante, justo la mala situación económica de muchos de estos jóvenes que se fueron en su día y que ahora se ven sin recursos para mantener su propio hogar ha hecho que algunos decidan volver a las casas de sus padres, con el consiguiente rejuvenecimiento del barrio.

La gran esperanza para todos ellos es que los proyectos dirigidos a revitalizar el barrio terminen de cristalizar. El principal es el de la construcción del hotel de Valcárcel. Casi todos los vecinos coinciden en que su apertura supondría un impulso definitivo para el barrio. Otro es el Museo del Carnaval.

Estos dos proyectos vendrían a poner en valor las dos grandes potencialidades de La Viña: el turismo y el Carnaval. Los vecinos lo saben. Piden que los responsables políticos no se olviden de ellos. Pero no es lo único que hace falta. Hay déficits comerciales. No hay ferreterías, ni ópticas, pocas tiendas de moda, un único supermercado... Desde la Asociación de Vecinos, Catalina Cadenas reclama un mejor aprovechamiento del paseo de La Caleta, «con chiringuitos, tenderetes, al estilo de lo que se pone en el Paseo Marítimo», comenta.

Los partidos saben que tienen que cuidar La Viña. El PP estuvo allí hace unos días y dijo que el barrio es una de sus prioridades. El PSOE quiere crear allí el barrio del Carnaval dentro de su parque temático urbano. Los viñeros siguen cantando mientras esperan.