Riccardo Muti, pasión mediterránea
El director de orquesta italiano se alza con el premio Príncipe de Asturias de las Artes por «transmitir el mensaje intemporal de la música»
Actualizado: GuardarEl pasado febrero, durante un ensayo con la Sinfónica de Chicago, el director italiano Riccardo Muti, de 69 años, se concentró tanto en la obra que interpretaban sus músicos, la doliente Sinfonía Nº 5 de Shostakovich, que se desplomó hacia adelante y se fracturó algunos huesos de la cara. Es algo más que un accidente. Es el reflejo de la pasión que pone Muti en la música, de una comunicación de tal intensidad con orquesta y público que le hace perder el sentido del espacio y el tiempo. Este director impetuoso, seductor, teatral, de efervescencia mediterránea, fue galardonado ayer con el Príncipe de Asturias de las Artes, el primero de 2011.
Muti, cuya candidatura había sido presentada por la cantante Teresa Berganza, se impuso en la última votación a Joan Manuel Serrat y el arquitecto japonés Toyo Ito. El jurado ha premiado en el napolitano su capacidad para transmitir al público «el mensaje intemporal de la música», «su trayectoria de dimensión universal vinculada a los mejores teatros del mundo» y «su vocación investigadora».
El jurado no lo dice, pero Muti es sobre todo el mejor director del repertorio operístico italiano -Verdi en especial-, que hoy existe. Y es también un músico riguroso con la partitura, accesible y simpático que no se casa con nadie y es capaz de dar sonoros portazos o amenazar a estrellas rutilantes.
Portazos. Después de 19 años de apasionada relación con el teatro de su vida, Muti se fue de la La Scala de Milán porque se enfrentó a los trabajadores del teatro, que no compartían su forma de llevar la programación y las producciones. También se despidió del festival de Salzburgo tras un cuarto de siglo de colaboración ininterrumpida porque no aceptaba el vanguardismo de su entonces director, Gerard Mortier.
Yamenazas. ¿Alguien se imagina a un director de orquesta poniendo los puntos sobre las íes a Pavarotti en su momento de máximo esplendor? Muti lo hizo. Si desea usted seguir 'adaptando' una partitura de Bellini deberá buscarse otro director, cuenta el crítico Norman Lebrecht que más o menos le dijo.
Un artista de carácter
Es, no cabe duda, un artista de carácter. Lo sabe el público milanés, al que disciplinó para que estuviera sentado en sus butacas a la hora exacta de comienzo de las funciones. Lo saben los directores de escena, pues de varios de ellos ha prescindido por no estar de acuerdo con sus montajes operísticos.
Una imagen bien diferente de la que ofrece su otra cara: la del artista que cuando se refugia en su casa de Ravena, al norte de Italia, disfruta alimentando a sus pollos, paseando en bicicleta y saliendo a hacer la compra para prepararse la comida. Un tipo feliz de la vida, al que no consiguió amargar la existencia ni siquiera el rechazo a su candidatura a suceder a Karajan -él, que se cree heredero de su espíritu- al frente de la Filarmónica de Berlín.
El nuevo Príncipe de Asturias de las Artes, que acumula premios y doctorados honoris causa y apoya numerosas causas humanitarias, ha dirigido las mejores orquestas del mundo después de haber llegado a la música de la mano de Nino Rota, el inolvidable autor de bandas sonoras como las de 'El Padrino', 'Amarcord' y 'La strada'. Como titular, ha ocupado los podios de las orquestas del Maggio Musicale Fiorentino, Filadelfia, Philharmonia de Londres y en la actualidad Sinfónica de Chicago.
Pero su trabajo no se ha quedado ahí. Desde hace años, trabaja en recuperar partituras operísticas barrocas perdidas en los archivos de teatros y bibliotecas de su Nápoles natal para ponerlas en escena de nuevo. Quiere recuperar el ambiente de los siglos XVII y XVIII, cuando la ópera era como hoy el cine, y los compositores estrenaban una tras otra. Buenas algunas y simples entretenimientos otras, pero en todas había fiesta, alegría, color y virtuosismo.
Al conocer el premio, el director napolitano dijo ayer que se sentía «especialmente honrado» por la decisión del jurado y «todavía más feliz porque España, su público y su cultura han sido muy importantes» en su vida. No son palabras de cortesía. Muti fue uno de los músicos que en mayor medida apoyó la reconstrucción del Liceo barcelonés tras su incendio, y su presencia en los mejores teatros del país es muy frecuente. Incluso lo ha puesto como ejemplo de pujanza cultural frente a la decadencia y el abandono que muchos centros líricos italianos padecen. Lo dijo al final de una función en Roma hace unas semanas, con Berlusconi entre los asistentes. Si el nuevo premio Príncipe de Asturias se atrevió a meter en vereda a Pavarotti, Il Cavaliere no iba ser quien lograra callarlo.