'Arrojado' a la vida
Negro, número 217, de Núñez del Cuvillo. La Maestranza de Sevilla indultó el sábado al primer toro de su historia
Actualizado: GuardarSevilla en primavera es un territorio de sueños capaz de cosas fantásticas: puede controlar más de cien vencejos en vuelo aparentemente caótico, disparar miles de colores en el cielo del atardecer sobre el río y de hacer que un toro vuelva a nacer. Sucedió el pasado sábado, a media tarde, cuando el presidente de la Real Maestranza de Caballería, epicentro de esas cosas fantásticas, sacó por encima del paño de su palco un pañuelo naranja. En ese preciso momento, 'Arrojado' había ganado el cielo y una vida en la que no vería más el estoque que, según la probabilidad, tenía que atravesarle el corazón en escasos minutos. En lugar de ver el fin en el ruedo, el puntillero, las mulillas, el patio de arrastre y los ganchos del carnicero, el animal comenzaba su segunda vida, ese paraíso en la tierra que llegan solamente una treintena de privilegiados cada año.
La mayor parte, va al matadero, como los miles de toros que habían pisado antes de 'Arrojado' el albero irregular de la Maestranza de Sevilla a excepción de un novillo del Marqués de Albaserrada, que se ganó la vida el 12 de octubre de 1965 después de una faena de Rafael Astola. 'Arrojado' era, en un principio, como todos los demás: un ejemplar que llevaba grabados a fuego en el costado el número 217 y el hierro de Núñez del Cuvillo. Negro, fino de líneas, pertenecía a una reata calificada como excelente: hijo del semental 'Metelíos', numero 68, de 1999 y de la vaca 'Arrojada', una ensabanada de la casa. De sus cromosomas le vinieron la bondad, la nobleza y el motor suficientes para embestir eternamente en la muleta mágica, dulce y a la vez poderosa de Jose María Manzanares, una y otra vez, y una serie y otra hasta que Julio Salguero, el presidente de la plaza asomara su pañuelo naranja sobre el paño del palco. Indultado.
Hubo abrazos y lágrimas. La Maestranza se había vuelto loca. Literalmente. El toro se quedó sólo en el tercio a la espera de los cabestros a los que seguiría en su camino bendecido de vuelta a los verdes cálidos de 'El Grullo', la finca en la que nació (y en la que morirá en Vejer de la Frontera).
Polémica decisión
En rigor, fue un indulto extraño, no exento de polémica. Nadie ha dudado de que 'Arrojado' fuera un buen toro pero, ¿lo suficiente para salir vivo de La Maestranza? Sobre el papel, no, pues el reglamento establece que debe destacar en todos los tercios de la lidia, especialmente en el tercio de varas. En el caballo. En el peto del picador es donde se ha medido tradicionalmente la bravura del toro: si pelea, acude una y otra vez a recibir su castigo y no sale suelto, será un toro valiente, bravo. Si escapa, será cobarde, esto es, manso. Tirios y troyanos coinciden en que en los dos puyazos que 'Arrojado' recibió el sábado en Sevilla, dio un juego normal y en la faena de muleta hizo, según algunas voces, amagos de rajarse -esto es, demostrar su mansedumbre-. Según los expertos, el primer toro dio más juego en el caballo, aunque para el toreo moderno, que prima por delante de cualquier cosa la faena de muleta y las posibilidades del toro para el lucimiento, 'Arrojado' era una perita en dulce.
Como tal, salió vivo de la plaza después de que Manzanares le cortara las dos orejas simbólicas. Vivo, aunque maltrecho por las heridas recibidas durante la lidia de las que se recupera en la finca, que no son pocas. Antonio Gómez Peinado, veterinario taurino especializado en devolver a la vida a animales indultados admite que las banderillas son lo de menos. Pese a que la puya tiene una largura de unos diez centímetros, cada puyazo provoca en las carnes del animal heridas con varias trayectorias de hasta 35 centímetros. Con estos desgarros, hace unos años morían muchos toros en el campo, aunque hoy, el equipo de Gómez Peinado, profesor de la Universidad Alfonso X El Sabio, consigue «que la mortandad sea cero». Los salvan a todos. Sus pacientes no son fáciles: pesan quinientos kilos y no dejan acercarse. ¿Cómo lo hacen? «Lo primero que hay que hacer darle de beber para luchar contra le pérdida de sangre». Beben agua. Mucha. Hasta 80 litros de trago. Y se echan a dormir, agotados. En ese momento, el mayoral le aplica desinfectantes y sueros antibióticos para frenar las infecciones en la medida de lo posible.
Y de ahí, al camión y a casa. Después de un viaje de varias horas que les somete a cierto estrés, volverá a su campo, a su cerrado, con sus colores y sus olores y se someterá a un par de curas a manos del veterinario. En un chiquero no se curaría. «Se trata de potenciar su inmunidad y nos hemos dado cuenta de que la única manera de hacerlo es dejarlo en su entorno». Tienen que estar en casa.
El rey del campo
En un mes, 'Arrojado' estará con una punta de vacas con las que hará lo que más le gusta: pastar, procrear... Ser el rey del campo. Un semental. Su camino lo siguieron antes toros legendarios como 'Velador', de Victorino, lidiado en 1982 por Ortega Cano, el único indultado en Las Ventas, que de bravo que fue hubo que echar un perro al ruedo para sacarlo de allí. O de 'Idílico', de Núñez del Cuvillo, indultado en Barcelona en 2008.
Ambos resultaron un tesoro para el público, el torero y, sobre todo, el ganadero que venderá más y mejor, y tendrá entre sus sementales un valor ¿seguro? Depende. Algunos criadores aceptan el premio del toro al que se la ha perdonado la vida. Otros prueban. «El resultado se probará con la prueba de la descendencia», apunta Adolfo Rodríguez Montesinos, ganadero y veterinario, que advierte de que algunos animales excepcionales en la plaza dan descendencia buena y otros malísima.
De ahí que 'Arrojado' ya esté en la finca, esperando a curarse para pasar al cercado de al lado. En un mes, rehecho del castigo, entrará en el cerrado de al lado, con una punta de vacas, para probar sus genes y disfrutar de una vida de placeres, el regalo que le hizo Sevilla en la tarde de primavera en la que 'Arrojado' volvió a nacer.