MALAGUEÑOS/MALAGUEÑAS
Actualizado: GuardarHe tenido la fortuna de haber conocido a malagueños peculiares y positivamente raros. Empecemos por Enrique Linde, un vice de todo en el PSOE que llegó a Sevilla y emocionó a los noctámbulos del lugar con su pericia de bailarín de tangos. Qué fuerza y qué lujuria esbozaba en sus giros inesperados. O Carlos Sannjuán, un jurista de la Armada, 'rojo' de alta graduación más disciplinado que un trapense. También asomó por aquella época sevillana un tal Salvi Dominguez, de origen difícil de precisar, primer director general de la errática RTVA y miembro de aquella peña malagueña que engrandeció tanto la Feria de Agosto, junto al Nono y otros trovadores de la exuberancia malagueña.
Patxi Gutiérrez del Álamo, Defensor de la sufrida audiencia del Ente mediático andaluz y hermano de Txiqui. El primero aparece de vez en cuando por la controvertida Híspalis, pero de su intrépida hermana sabemos menos, aunque las mujeres socialistas del beato Griñán (tal vez llegue a cardenal en la política, aunque será complicado), la echan de menos.
A Antonio Chaves, la sombra alargada del Poder provincial socialista, le conocimos en un periódico intrépido de la época que se fue marchitando de tanto añorar el franquismo y perdiendo, por consiguiente, todo atisbo de la realidad. Tuve la doble fortuna de conocer al maestro del periodismo, Manuel Alcántara y visitar un día su tertulia únicamente apta para gente libre y de imaginación saltarina y libérrima. Quise organizar un encuentro entre Alcántara y Saramago pero ya el querido Nobel portugués había entrado en las últimas curvas de su circuito vital y no fue posible.
¿Y qué decir del almeriense/malagueño cirujano del 'quore', al que tanto debo, José Manuel Gómez Angulo?, ex parlamentario de la Cámara de las Cinco Llagas y lúcido dimisionario de la política andaluza. Estrenamos, junto con Mayte, su esposa, la Feria de Sevilla del presente año con un arroz que hablaba idiomas en la caseta de Juan Ramón, un magnate andaluz del aceite de oliva. Sé de una mujer que siempre dice: «el mundo es Sevilla y Málaga. Lo demás es otra historia». O la superviviente incansable, María Teresa Campos, que cuando muera, en vez de sepultarle en un camposanto, habrá que hacerlo en un plató de televisión. Lo mismo antes desaparece el ingenio catódico.