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La lucha por superar el paro y empezar de cero
'Distrito 21' aglutina a 80 personas de entre 18 y 40 años que promueven actividades sociales y no se resignan a vivir de las ayudasUn grupo de desempleados se asocia para salir adelante
Actualizado: GuardarA Miguel Jesús le embargaron el piso por no pagar la hipoteca y volvió a vivir con su madre, que ya no sabe como estirar los 300 euros de pensión con que se las tiene que apañar cada mes. Bajo el mismo techo hay cuatro hermanos más, todos desempleados. Y todos con una ficha en Bienestar Social, que no da abasto con las ayudas económicas de emergencia.
Él, que ronda la treintena, no tiene nada que hacer en todo ese día alienante, que transcurre tedioso con todas sus horas y sus minutos. Ese día seco y rancio, el del parado, que mastica su propia desesperación y no halla apenas un camino, una clave que le permita engancharse a esa otra realidad, a ese espejismo del ciudadano que se gana la vida con un trabajo. Pero el caso de Miguel no es único en la barriada de Los Marineros, que pagó el azote de las drogas con la muerte de toda una generación en los años ochenta. La media salió a casi un muerto por familia. Tanto es así que en el barrio apenas hay adolescentes. Aquel eslabón perdido no dejó descendencia. Ahora es la bofetada del paro la que margina a Miguel. Y a Manuel, a Libertad, a Tomás... Tienen entre 18 y 40 años. Algunos con hijos, todos en el paro. Y el 90% sin el graduado escolar.
Pero a pesar de que les sobran papeletas para seguir en la misma encrucijada, también les sobran las ganas, el coraje y la voluntad por no continuar cruzados de brazo o sentados al sol en el pinar de San Antón. Han fundado una asociación, 'Nuevos emprendedores Distrito 21', que en apenas dos meses ha aglutinado a ochenta personas. Y han conseguido que el Ayuntamiento les conceda un taller de Animación sociocultural y habilidades sociales. La excusa perfecta para comenzar a construir sus vidas desde cero. «Hay algunos que no le ven mucho sentido a esto. Creen que es una tontería. Pero cuando han visto que estamos haciendo un taller, que vamos a hacer prácticas... van cambiando de idea y quieren entrar».
Lejos de las drogas
Todos los días, durante dos horas, asisten a las clases en la sede de la asociación de vecinos, a cuyo mantenimiento contribuyen con el pago de un euro al mes cada uno. Pronto comenzarán las prácticas y el monitor, José Manuel García, les ha pedido esta mañana que sugieran propuestas. «Actividades que seáis capaces de hacer, habilidades que estén a vuestro alcance». Paseos en bicicleta en grupo, teatros de guiñol, visitas a monumentos de la ciudad, juegos infantiles tradicionales... Serán acciones que además de contribuir a su formación, con una pensión mensual de 200 euros, dinamizarán la vida del barrio. Dentro de poco comenzarán las clases para obtener el graduado escolar, a través de Fomento. Pero buena parte de la culpa de esta actitud la tiene Daniel Marín, presidente de la asociación La Muralla, dedicada a la inserción social de ex toxicómanos. «Hemos trabajado con ellos desde pequeños, en labores de prevención contra las drogas que estaban matando a todo el barrio». Ellos, que ya no caerán en esas zarpas, luchan con uñas y dientes por no ser unos subsidiados sociales más.