El nuevo jefe político rinde culto al Dalai Lama en la oficina de apoyo a Tíbet, en Washington. :: AP
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Tíbet inicia el camino hacia la democracia

El Dalai Lama separa religión y política al ceder el gobierno en el exilio a Lobsang Sangay, un profesor de 42 años doctorado por Harvard

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El Dalai Lama sabe que tiene que mostrarse consecuente. No puede criticar el autoritarismo político de China y representar una teocracia que, en muchos aspectos, está todavía más alejada del ideal democrático al que aspira el gobierno tibetano en el exilio. Por eso, hace ya más de un año que el líder espiritual anunció su renuncia al poder político que le otorga su papel de jefe de Estado, como sucede en el Vaticano. Y ha cumplido su palabra.

Después de abrir un proceso electoral en el que han participado más de 83.000 tibetanos -ninguno en suelo chino, claro-, el miércoles pasado, con un 55% de los votos, Lobsang Sangay tomó el relevo como 'kalon tripa'. Este profesor universitario de 42 años, el primer tibetano doctorado por la Universidad de Harvard, se convierte así en primer ministro de un ejecutivo que solo cuenta con la simpatía, y no el reconocimiento oficial, de la comunidad internacional, y que no tiene autoridad ni influencia alguna en Tíbet. Curiosamente, este abogado especializado en derechos humanos jamás ha pisado el territorio que ahora se supone que tiene que gobernar.

Lobsang no sustituye directamente al Dalai Lama, sino a su predecesor en el cargo de líder político, Lobsang Tenzin, que también fue elegido a través de una votación celebrada en 2001. La diferencia está en que, a pesar de que el Gobierno de Nepal ha impedido que se celebrara votación alguna en su territorio, quizá por miedo a violentar a China, en esta ocasión el electorado se ha ampliado al pueblo llano -en los anteriores comicios sólo participó el 25% de los exiliados tibetanos-. Además, el cargo de primer ministro ya no estará supeditado al del líder espiritual. Así, política y religión quedan efectivamente separadas y se abre el camino de la democracia.

La incógnita reside ahora en saber quién ostentará el título de jefe de Estado, que todavía recae sobre el Dalai Lama. La mayoría opta por mantenerlo como algo simbólico, una figura similar a la del rey Juan Carlos en España, ya que el carisma del lama difícilmente puede ser superado. Pero él no se ha pronunciado al respecto. De hecho, hasta el viernes no hizo ninguna declaración. Y cuando habló, en Tokio y después de una oración especial por las víctimas del tsunami del 11 de marzo, no despejó las dudas. «He decidido ceder toda mi autoridad política al líder político elegido de forma legítima», dijo. «Ahora seré solo un líder espiritual puro», apostilló antes de cargar contra la represión china, a la que comparó con un «tsunami político».

China lo califica de «ilegal»

Pekín no ha tardado en calificar de «ilegal» la designación como primer ministro de Lobsang Sangay, y un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hong Lei, añadió que el gobierno tibetano en el exilio «está vinculado a actividades independentistas y separatistas, y ningún país en el mundo lo reconoce».

Por si fuera poco, todo apunta a que el nuevo 'kalon tripa' optará por una vía todavía más radical en la postura frente a China. «Trabajaré por devolver la libertad, la dignidad y la identidad de los tibetanos», aseguró Lobsang desde Washington, ciudad en la que recibió la noticia de su victoria en las elecciones tibetanas, sin dejar claro si eso supone una lucha por la independencia política, un objetivo que el Dalai Lama siempre ha rechazado.

No obstante, el nuevo líder político tendió la mano al Partido Comunista, con quien está dispuesto a negociar una nueva política autonómica para el techo del mundo, que fue invadido o liberado -según quién lo mire- por el Ejército chino en 1949. Lobsang añadió que espera que el Dalai Lama pueda regresar a Tíbet antes de morir. Esta última declaración, por lo sorprendente e inesperada, ha desatado una tromba de rumores sobre la posibilidad de que, aunque en principio parezca todo lo contrario, la entrada de Lobsang pueda facilitar un acercamiento entre el Gobierno de Pekín y el que fundó el Dalai Lama en la localidad india de Dharamsala.