Paro insoportable
El Gobierno debe impulsar las reformas económicas pendientes sin dilación
Actualizado: GuardarEl paro en España ha alcanzado casi los cinco millones de desempleados, según la EPA conocida ayer, una cifra sobrecogedora que puede calificarse sin ambages de insoportable. En el primer trimestre de 2011 se destruyeron 256.000 empleos, 5.000 más incluso que en el primer trimestre del 2010, y ya hay 2.109.000 parados de más de un año de duración y 1.386.000 familias con todos sus miembros en paro. El vicepresidente Rubalcaba aseguró ayer que estamos en el peor momento de la crisis en materia de empleo y que a partir de ahora se irá produciendo una reducción paulatina del paro. Pero ni la credibilidad del Gobierno ni la de los propios expertos que juzgan la coyuntura es muy alta, por lo que las palabras no sirven de consuelo a una sociedad que se debate entre la tragedia del desempleo y el terror a perder el puesto de trabajo. En estas circunstancias, lo incomprensible es que no se haya producido todavía un movimiento de unidad de las fuerzas políticas y sociales para afrontar esta situación de franca emergencia nacional. Porque ni las simples críticas al Gobierno ni las expectativas que pueda suscitar la oposición resuelven el problema. El crecimiento del paro tiene causas macroeconómicas evidentes: en nuestro modelo, dada una población activa constante, con crecimientos económicos inferiores al 1% como los actuales, no solo no se crea empleo sino que se destruye. A menos que se consigan significativos incrementos de la productividad mediante reformas estructurales, que están por cierto en el limbo desde hace tiempo. El Gobierno no encuentra impulso para reformar la contratación laboral, asunto en el que los interlocutores sociales no se ponen de acuerdo, y nada se sabe del pacto educativo ni del pacto energético ni de las demás iniciativas de modernización que requiere con urgencia este país. Ahora, el Gobierno está absorto en hacer aflorar la economía sumergida, no se sabe bien si para evitar la competencia desleal e incrementar la recaudación fiscal o para reducir el paro. Nada hay que objetar a este designio, pero es claro que no bastará para sacar a flote a un país que necesita grandes dosis de energía, imaginación y confianza para salir del atolladero.