Jerez

Un pregonero en libertad

José Antonio Zarzana inició una nueva etapa en la que los poetas dirán lo que sienten

JEREZ. Actualizado: Guardar
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En estas pasadas Navidades, durante el almuerzo que ya institucionalizado José Luis Zarzana Palma ofrece cada año a un buen número de amigos entre los que me encuentro, brindé con su hijo, recién publicada la noticia de su nombramiento como pregonero oficial de nuestra Semana Mayor.

Y, claro, aproveché la ocasión para -por lo bajini- preguntarle qué tal llevaba el pregón: si ya lo había empezado a elaborar mentalmente, o transcrito alguna estrofa que pudiéramos tener la primicia de escuchar. Porque el pregón está ahí, a la vuelta de la esquina, le dije, en cierto modo inquietado ante la responsabilidad. No obstante, advertí que el preocupado era yo, ya que según el futuro autor, el pregón -estaba controlado- no infligiéndole desvelo alguno.

Pasado el tiempo y el evento y leído el pregón, he recordado la seguridad mostrada por el pregonero cuatro meses antes, comprendiendo cómo desde entonces tenía clara su composición, no permitiendo que, texto, fondo, ni formas se apoderaran de él e impidieran dar rienda suelta a sus sentimientos y al flujo del libre albedrío, a través del cual su prosa dejara impresa las vivencias y recuerdos que alberga indelebles desde la infancia; en suma, un pregón tan personal como único, cuyo denominador común debía de ser la libertad.

Encorsetamientos

Con José Antonio Zarzana se acabaron los encorsetamientos, obligaciones para con las hermandades y temores a los poderes públicos; las miradas hacia otras autorías, los clásicos adocenamientos que exige la preceptiva literaria y los falsos rigores marcados por la tradición; de ahí la frescura de esta edición con la que presiento haberse iniciado una nueva etapa pregonera en la que los poetas dirán lo que sienten, lo que gozan o padecen, denunciando sin pábulos ni ambages aquello que consideren injusto o fuera de su tiempo y orden y, de idéntica manera, incluyan en sus textos temas de actualidad, que inciten a la renovación y a la exhumación de tendencias obsoletas, con lo que se creará afición en las nuevas generaciones y un foro de debate tras el Villamarta.

Sí, porque nuestro recién estrenado pregonero ha dado rienda suelta a su corazón y a sus sentimientos, diciendo en cada momento lo que le venía en gana, razonando argumentos y verdades como puños, la mayoría irrefutables, las que cargadas de ironías y sornas hicieron las delicias del respetable, tal fue la hecha a la inexplicable desaparición del Glorioso Pendón de nuestra ciudad, tan ingeniosamente rematada con ese -menos mal que la Iglesia de San Dionisio no cabe en un cajón del Ayuntamiento-, metáfora a la que sumó la de la cara que habría puesto Don Luis Bellido al enterarse, o la de la Virgen del Mayor Dolor al quedarse otro 9 de octubre esperando su Pendón con las manos abiertas y clamando al cielo. Este fresco y desenfadado pregón pudo haber estado adobado con muchas más denuncias y asuntos flagrantes de nuestro acontecer jerezano, tal es el también desaparecido busto del más grande cantaor de todos los tiempos, Don Antonio Chacón, quien extirpado del acerado próximo a su casa de la calle Cazón, hoy se encuentra en paradero desconocido para agravio a la afición y de quienes nos visitan, pero sobre todo a la historia del cante de Jerez; pero que el pregonero prefirió obviar y continuar por otro camino con menos abrojos.

El pregón podrá haber gustado más o menos y decirse lo que se quiera de él...

Pasión

Pregonar no es sólo ensalzar una fiesta, una efeméride, cantar poéticamente un acontecimiento, enaltecer la historia, una causa; en este caso la pasión y muerte de Jesús. En un pregón también se puede denunciar una irregularidad, hacer una protesta, amén de mostrar apoyo o empatía con los desfavorecidos. Alabar las cosas bien hechas, tener un recuerdo de gratitud con aquellas personas que contribuyeron al lucimiento de nuestra Semana Mayor; algunos días y momentos especiales que permanecerán para siempre en nuestra memoria. Tal fue el recuerdo que tuvo para Onofre Lorente, dueño y señor de la calle Cabeza, a quien tanto extrañamos los Martes Santos, cuando pasan por ella los Judíos de San Mateo. Y otras numerosas referencias redactadas con ese humor inteligente por el que se caracterizan los Zarzanas y que han merecido ser releídas en las páginas de su bien editado pregón, al que con tanto acierto ha denominado 'La Ciudad Encantada'. Ciudad a la que describe con notable sensibilidad, haciéndonos sentir la magia que la envuelve durante los días de la Semana Santa, así como el halo que flota en el ambiente con sus aromas incluidos, los que nos hace aspirar entre sus páginas con inusitada facilidad.

Trazas de incuestionable poeta son las que nos muestra en las ingeniosas estrofas dedicadas al fraile alemán Martín Lutero, cuando le dice: «Ay Martín del alma mía / conseguiste lo contrario / de lo que tu pretendías...».

Argumentos

Su intervención estuvo ilustrada con interesantes argumentos, la mayoría de ellos tan razonables como actuales, llenos de lógica y sensatez; tales fueron los que hacían referencias al deterioro de Jerez, la desaparición de numerosos cascos de bodegas, con lo que estamos demoliendo nuestra historia, como también casas emblemáticas y calles que pierden su identidad y con ello la de Jerez.

Alusiones a la desgana de los jóvenes españoles y europeos a ser padres y cómo la sociedad y las instituciones los instan a interrumpir la vida con la legalización del aborto, fueron asuntos que lo cargaron de razones, aún más, con las citas de Rousseau, Madame Curie, Alexander Fleming o Ramón y Cajal.

De tan trascendentales referencias pasó a las populares pero no por ello menos rotundas alusiones, cuyos figurativos símiles dan cuerpo a tan original pregón: «A lo lejos ladra un perro / y en el Tempul un león, / se ha tragado el corazón de un caballo moribundo. / Pasa el tiempo y este mundo, / vuelve a perder la razón».

Como decimos, un pregón trascendente escrito y cantado desde la libertad y el sentimiento de un joven formado y en plenitud, que quiere lo mejor para Jerez y sus tradiciones, para las que desea respeto y perpetuidad.