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VÍRGENES DIGITALES

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En las calles de Sevilla, cuando llega la Semana Santa, se produce un singular proceso de comunicación. Al paso de la Macarena, los más devotos rompen en gritos de «guapa, guapa» dirigidos a la escultura de la virgen llevada en andas. Es como si se oficiase una transfiguración, consiguiendo que el piropo dé vida a las lagrimas diseñadas por el imaginero. Cancelada por lluvia, este año eran entendibles los lloros de partícipes y devotos, que se quedaron con la palabra en la boca. Con este y otros muchos instantes de gloria -pétalos sobre la Esperanza de Triana, saetas al Cachorro- se crea un aire de magia que convierte la noche en un espectáculo difícilmente superable. Con otros pasos y otras vírgenes, son muchos los pueblos y barrios de España que hacen de su parada religiosa un acontecimiento cercano en la calle y también en las casas, gracias a la televisión. Desde que se quebró el oligopolio de las grandes cadenas, primero con el florecimiento de las teles locales y después con el ramillete de canales digitales, cada Jueves Santo se obra el milagro del triunfo de la suma de los pequeños en el tablero de la audiencia. Hasta en sus mejores tiempos, La Primera de TVE dejaba de serlo en favor del subidón conjunto del 'share' de las locales. La retrasmisión de las Semanas Santas -así, en plural- se ha convertido en un filón, mezcla de exaltación religiosa y de televisión de cercanía. En la misma semana vivíamos la situación contrapuesta, cuando un solo canal, emitiendo la final de Copa, se comía todo el mercado y marcaba un pico histórico para los Madrid-Barça. El monoteísmo se ha quedado para el fútbol, mientras la versión digital de las Vírgenes de España es la que encandila a las audiencias periféricas. Cualquier año de estos, alguna cofradía o una iglesia necesitada desentrañará de que va este 'negocio de la tele' y empezará a poner precio a los derechos de retransmisión de las procesiones tan primorosamente organizadas. Unos alertarían contra la desacralización del culto; otros pensarían que sería la formula definitiva para extenderlo.