HOSTILIDAD Y ESPERANZA
GENERAL DE DIVISIÓN Actualizado: GuardarLa participación de las Fuerzas Armadas españolas en la operación militar que ha puesto en marcha la comunidad internacional, el pasado 11 de marzo, para garantizar el cumplimiento de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, y que ahora se halla bajo el mando de la OTAN, supone para España mantener desplegadas tropas en cinco teatros estratégicos.
Desde Libia a Afganistán, pasando por Líbano, el Océano Índico y Uganda, la dimensión de las tropas españolas desplegadas en el exterior se acerca a la mitad de la cantidad fijada por el Gobierno, en 7.700 efectivos, a principio del año 2009. De estiramiento estratégico o nivel de esfuerzo nacional, diríamos en el lenguaje geoestratégico-militar.
Está comprobando que la llamada 'primavera árabe' se caracteriza, especialmente, por su diversidad, por la peculiar manera en que se resuelve en capa país. Así, mientras que en Túnez y en Egipto se optó por la salida del dictador y el paso al proceso de democratización, en Libia, Siria, Barhéin o Yemen, la solución y los tiempos son mucho más complicados, debido principalmente a razones de actuación del Ejército, de ausencia total de experiencia democrática, de choques sectarios o de existencia de movimientos islámicos yihadistas.
La primavera, con motivo del deshielo que hace transitables las comunicaciones y de la mejora de las condiciones climáticas, provoca que en el teatro afgano se incrementan las acciones militares de los insurgentes, aumentando los riesgos para nuestras tropas.
Es verdad que esta primavera, caracterizada en gran manera por la ola de cambio que se está produciendo en el mundo árabe, al aumento de riesgo en el teatro afgano, se añade el propio peligro que siempre presenta una nueva operación militar, en este caso, en Libia, junto con la posible repercusión de las violentas revueltas sirias, en Líbano.
Pero también es cierto que España está actuando como un actor creíble y responsable en la consecución de la seguridad y estabilidad mundial, de acuerdo con sus compromisos con la comunidad internacional, con nuestros aliados y en virtud de nuestros propios intereses nacionales de seguridad, especialmente en garantizar la estabilidad del Mediterráneo.
En definitiva, una primavera más hostil pero también más esperanzadora, al proporcionar a muchos pueblos unas condiciones dignas de vida. Desde el punto de vista estratégico, la asunción de riesgos es consustancial con el peso político de nuestro país en el mundo, que debe ser coherente, fiable y sólido.