Bochorno e indignación
Hoy es Troitiño, pero ayer fueron Josu Ternera y De Juana Chaos
Actualizado: GuardarLa Justicia es demasiado importante como para que solo sepan de ella los jueces. Ellos la aplican, la administran y la hacen inextricable siempre que la ocasión invita a aquellos que no somos jueces a intentar entender en qué consiste. Ellos, jueces y magistrados, son los guardianes y equilibran la balanza; sentencian ciegos y con el entendimiento ciego en algunas ocasiones. La Justicia es tan importante que permite a aquellos que estamos fuera criticarla, condenarla, aborrecerla para finalmente asumirla cuando ya no queda otro remedio. No, no estoy diciendo que hay una Justicia en los tribunales y otra en la calle. Digo que la calle a veces no entiende a los jueces que tienen entre sus muchas obligaciones y responsabilidades la de hacerse entender.
Los ciudadanos, los lectores de periódicos, las víctimas, los propios etarras, sus defensores, los sortus y bildus y los periodistas en general no somos profesionales de la Justicia, pero todos -tan diferentes, pero tan lógicos en su propia lógica-, sabíamos que la excarcelación de Troitiño seis años antes de lo debido podría terminar en fuga. ¿No lo sabían los tres magistrados que lo sacaron de la cárcel? Salió de prisión con 70 euros en el bolsillo y tomó un taxi. Hubo voces que se preguntaban cómo era posible que un tipo así, con 22 asesinatos en su biografía, se fuera de esa forma cuando su libertad provocaba dudas. Hubo voces sensatas que pidieron a la Justicia que no le perdiera la pista; voces que recordaron que un tipo así, una alimaña desbordada de sangre y dolor ajeno, haría lo que dictaba su instinto: perderse. Hubo también quienes, enterados de que la Audiencia podría revocar la libertad de Troitiño, conminaron a los magistrados para que se reunieran el mismo día en que la alarma social se colaba en las radios, en las calles y en personas que sin conocimientos de Derecho entendían que algo no funcionaba.
Cuesta creerlo, pero aún más entenderlo. Cuesta explicarlo y, desde luego, no hay forma de justificarlo. Hoy es Troitiño, pero ayer fueron Josu Ternera y De Juana Chaos. La Justicia es un cachondeo, dijo un alcalde andaluz. Y ahí sigue, la Justicia, digo, que el alcalde se fue aburrido. Solo queda abono para la inseguridad jurídica en un país que ya tiene demasiadas inseguridades. Y desconfianzas. De poco sirve a las víctimas del terrorismo que les digan que ha sido una sentencia del Supremo conocida hace dos días la que ha hecho que los tres magistrados rectificarán su primera decisión. Qué pena, dirán a los familiares de los asesinados por Troitiño: no se enfaden hombre, ha sido una lástima que los jueces no conocieran antes el trabajo del Supremo. Y una vergüenza. La que uno siente cuando ve a los jueces que lo dejaron en libertad dictar ahora una orden de busca y captura. ¿He dicho pena, he dicho vergüenza? No, bochorno. Y mucha indignación.