Rebeldes disparan desde una ventana contra francotiradores de las fuerzas de Gadafi en Misrata. :: O. ANDERSEN / AFP
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Gadafi gana tiempo con una oferta electoral

El dictador libio propone comicios libres en seis meses si la OTAN pone fin a la operación militar, mientras continúa su asedio a Misrata

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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El uso de bombas de racimo y armamento pesado en Libia es constitutivo de «crimen de guerra» y la ONU someterá los ataques a un «escrutinio intenso» para que sean «investigados por el Tribunal Penal Internacional». Mientras las fuerzas de Muamar Gadafi siguen imponiéndose sobre el terreno a sangre y fuego, Naciones Unidas trató ayer de poner freno a la barbarie amenazando al dictador con todo el peso de la ley internacional. El régimen disparaba entre el jueves y el viernes pasado un número indeterminado de bombas de racimo de fabricación española sobre Misrata, una de las cuales estallaba «a pocos metros del hospital», según un comunicado de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, en el que también se certificaba que los morteros y francotiradores hicieron blanco en dos clínicas médicas.

Las bajas civiles se dan por hechas aunque, como reconoce Naciones Unidas, el cerco a ese enclave impide contarlas. Pero la advertencia era clara: «En la legislación internacional -rezaba el escrito de Pillay- el ataque indiscriminado contra personal médico es un crimen de guerra y contra ciudadanos está considerado como una seria violación de los derechos humanos». La retórica diplomática no ha conmovido al dictador, que ayer ponía en marcha la suya propia para proponer de nuevo la celebración de elecciones en seis meses si la OTAN detiene operación militar para terminar con las capacidades bélicas del coronel. En una entrevista a la BBC, su ministro de Exteriores, Abdelati Obeidi, iba más allá al precisar que semejante «alto el fuego» estaría gestionado por un gobierno interino, que los comicios podrían estarlo a su vez por la ONU y que en ellos se votaría «cualquier aspiración de los libios, cualquier cosa que esté sobre la mesa», incluido el futuro del sátrapa.

Acciones, no palabras

«Necesitamos acciones, no palabras del régimen de Gadafi», era la inmediata respuesta del portavoz del Foreign Office de Reino Unido, país que ha defendido el derrocamiento de Gadafi y desde el que se añadía: «Hemos recibido antes ofertas parecidas de cese el fuego de este régimen al mismo tiempo que sus fuerzas continúan bombardeando ciudades como Misrata y atacan a los libios».

Las palabras pretendidamente conciliadoras de Obeidi se mezclaban con otras amenazantes, propias del lenguaje matón empleado en las filas del tirano, en las que auguraba una «prolongación» del conflicto si Reino Unido envía a los rebeldes de Bengasi un equipo oficial asesor, tal y como Londres anunció el martes. Tal medida sería «un paso atrás» en la consecución de una solución pacífica, según advirtió el ministro de Gadafi casi al mismo tiempo que otros dos países, Italia y Francia, avanzaban también que mandarán a la capital de los insurgentes a militares en misión de ayuda a la organización de los sublevados.

Precisamente, Roma y París eran las dos capitales visitadas respectivamente el martes y ayer por el jefe del Consejo Nacional Libio, Mustafá Abdel Jalil, que empieza a especializarse en ganar en los despachos lo que sus combatientes contrarios al dictador no consiguen sobre el terreno. Jalil se entrevistaba ayer en el Elíseo con Nicolas Sarkozy, quien presumiblemente se comprometió a que la OTAN intensificará los bombardeos a favor de los sublevados atendiendo a una petición de su interlocutor. Por primera vez en días, los aviones de la Alianza atacaron posiciones gadafistas al oeste de Ajdabiya, última línea de defensa de los alzados contra el coronel antes de Bengasi.

Desde EE UU trascendía la puesta en marcha de un plan para facilitar a los opositores 17,5 millones de euros en vehículos, transporte de combustible, ambulancias, equipo médico y chalecos protectores, entendido como material «no letal». Mientras, los rebeldes anunciaron la muerte de más de cien gadafistas en Misrata en un violento enfrentamiento en el este de la ciudad.