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Castro ataca el inmovilismo del partido
El presidente cubano dice en el VI Congreso del PCC que «si fracasamos será por nuestra incapacidad para superar los errores»
LA HABANA. Actualizado: GuardarLos mil delegados que participan en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) comenzaron ayer, a puerta cerrada y repartidos en cinco comisiones, las sesiones de trabajo que fijarán el marco de actuación para modificar el rumbo económico de la isla caribeña durante los próximos cinco años, basado en los 311 apartados del Proyecto de lineamientos de política económica y social. La víspera, el presidente Raúl Castro, por momentos visiblemente molesto, echó una dura reprimenda a los participantes en un cónclave que no se llevaba a cabo por diversas razones desde hace más de catorce años.
El mandatario exigió la disciplina de todos, ser intransigentes ante las «violaciones» y mucha flexibilidad para ir adecuando el escenario a las necesidades puntuales. Además, anunció la intención de limitar a dos mandatos consecutivos de cinco años todos los cargos públicos, incluida la presidencia, separar la función del partido de la del Gobierno, hacer cumplir los acuerdos partidistas y las leyes y otorgar un papel de la prensa más profundo y menos superficial, triunfalista y aburrido.
El general y exministro de Defensa también entonó el mea culpa y admitió los errores cometidos en cincuenta años de trayectoria política que atribuyó a la burocracia y a la inercia. «Se me cae la cara de vergüenza», lamentó, porque las reformas aprobadas en los anteriores congresos nunca fueron aplicadas. Sin dejarse nada en el tintero, Castro urgió a la separación de poderes entre el partido, la máxima instancia del país, y el Estado, critico la baja productividad, el desestímulo que representa el igualitarismo, el inmovilismo y la excesiva centralización.
Críticas a la «chabacanería»
Según el presidente antillano, los 291 lineamientos iniciales se han convertido en 311. Su objetivo es «garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo», «el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida, conjugados con la necesaria formación de valores éticos y políticos de nuestros ciudadanos». A este respecto, criticó hasta las «chabacanerías y el ruido innecesario».
El hermano menor del convalenciente Comandante se explayó sobre la eliminación de la libreta de racionamiento, el punto que más intervenciones provocó en el discurso más largo pronunciado -dos horas y media- desde que asumió el poder en el año 2006. Insistió en que ningún ciudadano quedará desamparado pero que la libreta tiene los días contados, aunque «nadie en su sano juicio» la sacaría de golpe de la circulación. Será una labor a llevar a cabo poco a poco aunque definitiva por su «nocivo carácter igualitarista» y constituir una «carga insoportable para la economía y un desestimulo para el trabajo».
Otros aspectos del proyecto quedaron fuera de la revisión que acometerá el congreso, «por entrar en abierta contradicción con la esencia del socialismo», como por ejemplo, 45 proposiciones que abogaron por permitir la concentración de la propiedad. Igualmente, el presidente fue duro con el Partido Comunista y los dirigentes empresariales que esperan las órdenes de «arriba» para dejar que otros se equivoquen. De cualquier forma, los cambios no serán inmediatos. Al menos se necesitarán cinco años para ponerlos en práctica en su totalidad.
Raúl Castro no dejó pasar la ocasión, como era previsible, de criticar a Estados Unidos y el largo embargo a que el gigante mundial somete a la isla, pero también a quienes ven en él la causa de todos los males. Insistió en que si acaba por fracasar la revolución y el socialismo en Cuba será por «nuestra incapacidad para superar los errores que hemos cometido durante más de cincuenta años y los nuevos en que pudiéramos incurrir». Y dio una receta para el éxito: «Que cada cierto tiempo, en la medida que se modifique el escenario, el país debe confeccionarse un traje a su medida».