Trump, investido doctor honoris causa. Debajo, Giuliani se abraza a McCain. En los círculos, Romney (arriba) y Huckabee. :: AFP / AP
MUNDO

Baraja republicana

El magnate Donald Trump se destaca en la lucha de los conservadores para llegar a la Casa Blanca

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Hombre de negocios hecho a sí mismo, multimillonario y de ideología muy conservadora. Desde que el tejano Ross Perot le disputara la presidencia a Bill Clinton en 1992, casi en cada campaña ha asomado la figura de algún rico con pretensiones de llegar a la Casa Blanca. Cuando faltan nueve meses para que se inicie el proceso de primarias para las presidenciales de 2012, el nuevo fenómeno se llama Donald Trump, el extravagante magnate inmobiliario de Nueva York que esta semana ha dejado de piedra a los numerosos aspirantes de la derecha después de que una encuesta lo diera como claro favorito para enfrentarse a Barack Obama.

De verbo fácil y una visión del mundo tan unilateral como la de la estrella del Tea Party venida a menos, Sarah Palin, el empresario ha ido cimentado su popularidad con ataques furibundos a la gestión del presidente, de quien no se cansa de repetir que es el peor mandatario que ha tenido EE UU en toda su historia. Por esas y otras perlas, como su persistente argumento de situar el nacimiento de Obama en Kenia, Trump se ha hecho un hueco en el debate político convenientemente amplificado por la Fox, cadena en la que además presenta uno de los 'reality shows' más exitosos de la tele.

Dueño de una fortuna estimada en 2.700 millones de dólares, incluyendo una decena de los rascacielos más lujosos de Nueva York, el magnate de 64 años cuenta una ventana mediática permanente desde la que dispara flechas de corte ultraconservador. «Tengo grandes amigos en el Partido Republicano pero mi sintonía está mas cerca del Tea Party», señaló hace poco.

Desde su grandioso despacho con vistas a Central Park, Trump no podía ocultar el viernes la satisfacción de saberse líder destacado de los republicanos pese a que no decidirá hasta junio si presenta su candidatura. Con un 26% de apoyo, según el sondeo de PPP, le saca nueve puntos a Mike Huckabee y once a Mitt Romney, dos históricos del partido. Muy por detrás en la carrera va Newt Gingrich, el exlíder de la denominada revolución conservadora en los 90, con el 11%. Sarah Palin, tocada tras el atentado contra la congresista Giffords en Arizona, sigue desaparecida y solo cosecha un 8% de apoyos. Otros candidatos con mayor perfil político dentro del partido como Ron Paul, Michele Bachmann y Tim Pawlenty se mueven en torno al 5%.

No es la primera vez que el promotor inmobiliario deja caer su nombre como posible candidato a la presidencia. Cuando su olfato para el dinero le indicaba que la operación no estaba clara, optó siempre por no arriesgarse, retirándose en dos ocasiones.

Gran negociador

Una prueba de que en esta ocasión va más en serio es su empeño en dejar clara su opinión en cada uno de los grandes temas que preocupan al país, desde las vías para contener el déficit público, la creación de empleo, la guerra de Irak o las relaciones con China. Para todos tiene una receta, a veces demasiado simple, el tipo de afirmaciones que pronunciaría más un hombre corriente que un candidato condicionado por los complejos intereses de la política norteamericana.

«Creo que soy un gran negociador. Sé de qué manera nos están robando. Y también sé por qué nos están robando y cómo resolver el problema», explicaba su particular manera de mejorar la economía en una entrevista en la Fox. «Si le quitamos a los chinos los 300.000 millones de dólares que se quedan cada año a costa nuestra, si dejamos de darle tantos millones a Colombia, si dejamos de repartir el dinero que va virtualmente a naciones del mundo que están haciendo un enorme negocio con nosotros, la situación cambiaría de plano. Usemos ese dinero que estamos repartiendo para beneficio nuestro». En la cresta de la ola gracias al aliento que le han dado las encuesta, Trump se despacha con mensajes de este calibre.

De momento ni su posible candidatura ni su discurso han despertado ninguna reacción entre los republicanos, partido al que se dice pertenecer pero contra el que no querría competir.