Sociedad

CARNÉ DE ESPÍA

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UUrge reglamentar esa profesión, para no confundir a un señor con gafas oscuras y gabardina de exhibicionista, con los que transmiten secretos que dentro de algún tiempo serán de dominio público. Al juez Garzón, que parecía que era el único que teníamos, quieren mandarlo a hacer puñetas si no se limita a morderse los codos. Va a ser juzgado por el 'caso Gürtel' antes de que se juzgue a los corruptores. El «alguacil alguacilado», que dijo Quevedo. El Supremo le acusa no de haber desarticulado la trama siniestra, que hasta ahí podían llegar las cosas, sino de haberlo hecho «con medios ilícitos». Hay que tener mucho cuidado con las confidencias no sea que lo que entra por un oído no salga por el otro y se quede dentro hasta que explote.

¿Cómo se obtiene información? Cualquier sistema político cuenta con submarinistas que inspeccionan las letrinas y, no conforme con eso, cuenta con abogados dispuestos a solicitar la libertad de los nadadores. Quizá esa maldad intrínseca del procedimiento nos ayude a comprender algunas efímeras notoriedades, pero faltan piedras para lapidar a los que eran ídolos de la afición. Se agotaron en los casos de Mario Conde y de Ruiz-Mateos, pero todavía quedan algunas para usarlas con Baltasar Garzón: basta con aprovechar las que se usaron para sus pedestales. El problema es quién tira la primera. Como en el bíblico relato de la mujer adúltera, el único que tiene derecho a arrojar el proyectil inicial es el marido.

Si le explicáramos a un marciano las cosas que están sucediendo en este planeta situado en el extrarradio del sistema, lo primero sería convencerle de que nosotros no somos, como las hormigas, los primeros ciudadanos de Marte establecidos en la Tierra. Después habría que intentar persuadirles de que los políticos no son una variante especial. Un español egregio, que naturalmente se dedicaba a otras cosas, Ramón y Cajal, advirtió que los débiles sucumben por no ser débiles, sino por ignorar que lo son. Y quizá por no saber que las paredes oyen.