COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

HARTOS DE COLES

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Hace tiempo que me rendí al encanto junk. Devoro literatura basura -Federico Moccia-, escucho música basura -Justin Bieber- y me dejo hipnotizar por la esa zafia corte de los milagros que cada tarde se da cita en Sálvame. Cada sociedad es lo que produce, si se plantan nabos, se recogen nabos y si se cultiva un Diógenes de escándalo, sólo basura es lo que se puede recolectar. En estas estaba cuando a La Coles le dio por confesar ante un polígrafo -ella lo llamaba «polígono»- que parecía el de Vera Luque, que Víctor Janeiro no la dejaba harta. Desembarcó en el plató con una maleta de zetas mal puestas, tildes desencajadas, y un estilismo imposible y se instaló tan cómodamente como le permitió la cadena, «nos sale baratita» llegó a decir el presentador en un alarde de sinceridad televisiva. No pensó La Coles que detrás suya vendrían La Fandanguilla, su marido y hasta una pareja de la Guardia Civil que tuvo que intervenir para que la sangre no llegara al río. Y como no es cierto aquello de que ofende quien puede y no quien quiere, Ubrique entero igual que en la escena final de Fuenteovejuna también ha terminado por entrar al trapo de sus toreros más mediáticos. Un comunicado del Ayuntamiento -tipo bando de Berlanga- en el que se remonta a romanos y musulmanes y una posible concentración el próximo día 30 no han hecho más que avivar la hoguera de las vanidades de un día. Más madera para Telecinco que ahora tendrá que compartir su tiempo entre el juicio de la Campanario y la honra de Ubrique. Las cosas sólo importan en la medida en que se les da importancia. Y de eso deberíamos saber mucho por aquí. Si no, que se lo pregunten a los que organizan actos como el pregón de la Semana Santa, que también se podrían sentar en el polígono. Cualquier día de estos.