Cura amarga para Portugal
España se salva del contagio luso pero debe proseguir con las reformas para evitar riesgos
Actualizado: GuardarEl presidente del Eurogrupo Jean-Claude Juncker anunció ayer, tras la reunión de los ministros de Economía de la zona euro, que Bruselas exigirá a Lisboa medidas de ajuste más estrictas que las que rechazó el Parlamento luso a finales de marzo, y que apenas constituirían «un punto de partida» para fijar las condiciones de ayuda. Según las primeras estimaciones efectuadas por el comisario de Economía Olli Rehn, la inyección de auxilio habrá de ser de unos 80.000 millones de euros y se desarrollará durante tres años. La negociación con Portugal tiene además una dificultad política añadida: dado que el Gobierno cayó al no poder sacar adelante el ajuste en cuestión, Bruselas cree necesario negociar no solo con el equipo dimisionario presidido por Sócrates sino también con los partidos de oposición, de forma que esté garantizada la aceptación del acuerdo gane quien gane las elecciones del cinco de junio. Sea como sea, la medicina que deberá suministrarse a Portugal habrá de contener tres ingredientes clave: un fuerte ajuste fiscal, un plan de privatizaciones ambicioso y una serie de reformas estructurales profundas. Por fortuna para nosotros, y como ya se ha reiterado hasta la saciedad, España no es Grecia, y, como reconoció ayer el propio Rehn, «los mercados han reaccionado positivamente» al rescate portugués. El comisario añadió que a su juicio la medida aplicada a Portugal concluye el proceso de salida de la crisis de la Unión Europea y «ayuda a evitar mayores contagios», lo que se constataría con «la situación de la deuda de España, que no se ha visto afectada». De hecho, en tanto Portugal iba reconociendo la necesidad de ser ayudado, la deuda soberana española reducía su rentabilidad, en una señal inequívoca de confianza de los mercados en la solvencia creciente de nuestra economía. No obstante, debemos estar muy atentos y no interrumpir el camino de reformas, dado que no está ni mucho menos concluido el esfuerzo encaminado a la conquista de la productividad. El hecho de que el desempleo siga aumentando recalca incluso la evidencia de que urge culminar una reforma laboral que apenas ha recorrido la mitad del camino.