Opinion

Convenios colectivos: salarios y productividad

PROFESOR TITULAR DE EU DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El plan de competitividad para la zona euro que postula la canciller Merkel incluye, entre otras medidas, la vinculación de los salarios de los trabajadores a la productividad, eliminando la extendida práctica de ligarlos a la inflación. La medida, que también es una aspiración del Banco de España, no parece discutirse desde la racionalidad económica, aunque no podrá aplicarse sin tener en cuenta el discurso social que surja desde la política.

Se trata de concienciarse de que la evolución de los salarios debe ir en línea con la evolución de la productividad ya que si los salarios crecen por encima de lo que crece la productividad, se producen pérdidas de competitividad y riesgo para los empleos, a la vez que se crean tensiones inflacionistas, por lo que se reclaman reformas que se acomoden a esta filosofía.

La desvinculación de los sueldos del IPC y referirlos a la productividad es algo que ya no tiene discusión en un momento de crisis económica. Lo contrario sería ir contracorriente. Por tanto todos los convenios que se negocien en España en 2011 deberán tener muy presente que no se puede partir de lo que había, sino de elaborar un nuevo escenario de condiciones salariales ligadas a resultados, con lo que se estará haciendo viable la estructura productiva, hoy amenazada por la bajada de consumo, además de controlar los precios, tan necesario para reactivar el mercado. Con los funcionarios ya se produjo un recorte que ni siquiera necesitó de consenso con los sindicatos.

España necesita ganar competitividad (adaptando los salarios a la productividad y no a la inflación), alejando así el peligro de contagio de las crisis griega, irlandesa y ahora la portuguesa, por lo que Merkel ha pedido a España un 'plan B' al considerar que la reforma de convenios ha fracasado. La creación de empleo depende de que la productividad media se pueda comparar con los salarios reales medios, por lo que es absolutamente necesario que en la negociación colectiva se sea consciente que hay que referir los salarios al peso de la productividad y de esta manera empezaremos a tener más empleo en la medida en que las empresas empiecen a ser más competitivas y obtengan diferenciales que inviten a crear empleo.

La situación de nuestro país es de agonía. Los datos del último trimestre de 2010 arrojaban una tasa de paro por encima del 20% con casi 4,5 millones de parados, 370.000 más que al comienzo del año, y lo que es peor, más de 1,3 millones de hogares españoles tienen a todos sus miembros en paro y un 42% de jóvenes de menos de 25 años no consiguen encontrar empleo. Los parados de larga duración, es decir, aquellos que llevan más de un año en el desempleo, superan los dos millones, un 46% del total.

Los mercados de trabajo que mejor funcionan, y, por tanto, el desempleo es menor, son aquellos en que la correlación entre salarios y productividad es bastante mayor, frente a los que peor funcionan, como España, donde la correlación es prácticamente nula, por lo que la propuesta de vincular salarios y productividad debe ser una prioridad a la hora de conformar las negociaciones colectivas en los próximos meses.

Es obvio que el escenario de competitividad para las economías avanzadas y con mayores niveles de bienestar y salarios, se endurece significativamente, pero la realidad es que no quedan muchas alternativas que no sea un gran esfuerzo de todos en pro de la productividad y competitividad de nuestro país. Además la futura regulación de la negociación colectiva debe considerar una mayor descentralización de dicha negociación, ampliando la participación en la misma de los colectivos afectados pero sin perder de vista el objetivo de mejora de la productividad.

La patronal CEOE ha advertido a los sindicatos que no cederá en sus posiciones en relación con la discusión de la negociación colectiva, afirmando que las pretensiones consisten en un mayor acercamiento a las circunstancias económicas de la empresa, mayor flexibilidad al empleador en la política salarial, la distribución de la jornada o en la movilidad laboral o funcional, limitando la prórroga del convenio caducado mientras no se firme otro nuevo. La patronal ha endurecido sus posiciones debido a las presiones de sus organizaciones y de las grandes empresas.

El panorama se nos presenta así de duro pero si queremos relanzar el empleo sólo será posible si las empresas son competitivas y pueden afrontar una política expansiva que les permita una mayor actividad económica que demande mano de obra y como consecuencia creación de empleo, especialmente, de jóvenes menores de 25 años. Si se está convencido de que esas son las líneas maestras de la futura negociación se acertará, lo contrario conducirá a más penuria en el mundo del trabajo.