El régimen sirio se instala en la masacre
Al menos 25 personas mueren ametralladas cuando se manifestaban en Deraa
JERUSALÉN. Actualizado: GuardarAnuncio de reformas entre semana y viernes de represión. El macabro compás que el régimen de Bashar El-Asad se ha marcado para intentar neutralizar las protestas que desde el 15 de marzo reclaman cambios democráticos en Siria se cumplió ayer de nuevo con otra operación de aplastamiento de las manifestaciones a la salida de las mezquitas.
La violencia policial, confirmada por testigos a Reuters y la cadena Al-Arabiya, se reanudaba con especial dureza en la ciudad de Deraa, el epicentro y origen de la actual crisis, donde al menos 17 personas perdieron la vida víctimas de los ametrallamientos indiscriminados de agentes vestidos de paisano dirigidos contra la multitud. En declaraciones a Efe, el activista y abogado Haizam Maleh elevó la cifra total de muertos de la jornada a 25, sumados los de Deraa y «localidades de los alrededores de Damasco».
«Había francotiradores en las azoteas. Los disparos eran intensos. Los heridos están siendo trasladados a casas. Nadie confía en llevar a un familiar al hospital en estas circunstancias. Muchos temen que serán arrestados si son trasladados a las clínicas», describía desde el epicentro de la matanza un ciudadano anónimo de Deraa, donde el gentío reaccionó incendiando una sede del partido oficial Baas y derribando una estatua del hermano del presidente.
A través de la televisión estatal, las autoridades volvían a despojarse de toda responsabilidad atribuyendo los crímenes a «vándalos armados» de misteriosa procedencia. Las informaciones confusas siguen siendo imposibles de contrastar, toda vez que las fronteras del país continúan cerradas para la prensa internacional.
También los kurdos
La carga de las fuerzas de seguridad contra la población de Deraa coincidía con numerosas movilizaciones en otros puntos del país como Damasco, la costera Tartous, Latakia y Homs, próximas a la frontera con Líbano, o la ciudad de Kamishli, cuya población mayoritariamente kurda inundó ayer las calles en un ejemplo particularmente simbólico de la insatisfacción social ante los tardíos pasos adelante dados estos días por el presidente.
En concreto, Bashar El-Asad había promulgado el miércoles un decreto por el que se concedía la nacionalidad siria a decenas de miles de kurdos a los que les fue negado ese derecho en un polémico censo elaborado en 1962. Este reconocimiento, impensable meses atrás, no ha sido suficiente para esta minoría, que ayer gritaba en las protestas «ni árabes, ni kurdos, unidad nacional», según confirmó a France Press el activista de Derechos Humanos Radif Mustafa. «El gesto de la nacionalidad solo ha contribuido a incendiar la calle -subrayaba un alto responsable del partido kurdo, Hassan Kamel-, la causa kurda es la democracia, la libertad y la identidad cultural».
En recuerdo de que las reivindicaciones del pueblo van mucho más allá, el activista Mazen Darwish advertía ayer desde Damasco de que «no se trata de este problema u otro, sino de transformar Siria desde una dictadura hacia una democracia: cambiar la constitución, abrir la vida política, tener libertad de prensa y partidos y abolir la ley de emergencia». Estas cinco reformas ya han sido prometidas por el régimen sirio, aunque hasta la fecha no hay ningún avance concreto, como tampoco sobre la investigación abierta oficialmente para despejar la autoría de los crímenes de las últimas tres semanas. El país sigue además a la espera del nombramiento de un nuevo Gobierno en sustitución del que dimitió en pleno el domingo anterior.
A la violenta jornada de ayer se sumó otro episodio, confuso, del que dio cuenta la agencia estatal Sana. Según información del Ministerio del Interior, al menos 19 miembros de las fuerzas de seguridad murieron y otros 75 resultaron heridos por disparos en Deraa.