Las cicatrices del cáncer
Un grupo de mujeres muestran a la cámara las huellas de la enfermedad
Actualizado: GuardarMaría Cobo abre su álbum de fotos personal y a simple vista difiere poco del de cualquier otra persona. No faltan imágenes de sus primeros días de vida hace 31 años, algunos cumpleaños, fiestas con los amigos, viajes por medio mundo... Recuerdos que le hacen esbozar a esta licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid una leve sonrisa recordando tiempos pasados. María sigue pasando páginas y llega a otras instantáneas en las que aparece con la cabeza llena de espuma de afeitar, las cejas pintadas con rotulador negro o con una llamativa peluca naranja. También le provocan un gesto de alegría, aunque plasman su particular periplo ¡por el cáncer! No faltan algunos trazos de las sesiones de quimioterapia a las que se sometió en 2009. Las huellas de la recaída. Ya había superado un cáncer de mama tres años antes.
El fotógrafo Enrique Escorza retrató el día a día de una enfermedad contra la que aún lucha y que la cámara le ayudó a tomarse de otra manera: «No solo fue muy positivo para mí, sino para quienes me rodeaban, porque te daba pie a comentar tu caso con otros enfermos», rememora María. Estas instantáneas, donde las risas y la ilusión por seguir adelante contrarrestan los efectos tóxicos de la quimioterapia, han saltado ahora de su álbum de fotos a las paredes del Centro Cultural de la Diputación de Málaga. En gran formato, las fotos de María abren la exposición '¿Heroínas o Víctimas? Mujeres que conviven con el cáncer'. Ella también dirige esta muestra colectiva que por primera vez reúne en nuestro país el trabajo de artistas audiovisuales y fotógrafos internacionales sobre el cáncer en mujeres: ya sea porque lo han experimentado en sus carnes o porque lo han vivido de cerca. Otra visión de un mal que lidera la mortalidad entre el sexo femenino. A diario se diagnostican 44 casos de tumores de mama en España.
¿Por qué se centra en mujeres cuando la enfermedad afecta a más hombres? «Los cambios corporales se perciben de manera más traumática dentro de un cuerpo femenino, tradicionalmente ligado a una rígida convención estética», matiza María . Como auténticas modelos, mujeres anónimas han posado sin tapujos delante la cámara de Katharina Mouratidi, Enrique Escorza, Pierre Radisic, Laura Herrero, Carlos Canal, Rosa S. Ramiro, Kerry Mansfield, Jo Spence, Matuschka y Raquel Tomás. Muestran abiertamente, y artísticamente, las cicatrices de la mastectomía, la reconstrucción del pecho y el largo proceso físico hasta superar la enfermedad. Cada creador a su manera. No faltan risas, caras serias, miradas perdidas... transmitiendo sentimientos que van desde el miedo y el dolor hasta la alegría de encontrarse con la ansiada luz al final del túnel.
Dignidad, sensualidad...
Entre ellas se encuentra Matuschka, ex 'top model' y fotógrafa norteamericana que enseñó el cáncer de mama al mundo con su autorretrato 'Beauty Out Of Damage' (Belleza que surge del daño), que lució en la portada del magacín dominical de 'The New York Times' en 1993. Diez años después, la revista 'Life' la eligió como una de las cien fotografías que habían cambiado el mundo. Razón no les falta: los expertos coincidieron en que la imagen (con la cicatriz al descubierto, un vestido asimétrico blanco y el pañuelo a la cabeza) había hecho más por el cáncer de mamá que las campañas de concienciación realizadas durante 25 años.
«En todo el proceso, el gran aprendizaje ha sido no perder por el camino mi sentido del orgullo, la dignidad, la sensualidad, la sexualidad...», explica esta fotógrafa, a la que veinte años después ni se le pasa por la cabeza reconstruirse el pecho y que sigue posando solo con un seno. Eso sí, ahora con un impresionante tatuaje de vivos colores sobre la 'herida'. «Para mí, la gran lección del cáncer es que nada podrá arruinarme la vida», sentencia Matuschka. Y sigue fiel a ese principio, y eso que durante la recuperación se enteró de que no hubiera sido necesario extirpar. «Cuando tenía 11 años vi cómo mi madre moría. Perderla fue mucho peor que perder un pecho», se reafirma la artista neoyorquina.
Años antes, Jo Spence había abierto la senda de la fotografía terapéutica que ahora siguen miles de personas en el mundo. «Todas tenemos muchas ganas de mostrar nuestros cuerpos para decir que hemos pasado por eso y que estamos bien. Es una forma de animar a quienes a diario le diagnostican esta enfermedad», puntualiza María Cobo.
Relaciones íntimas
El fotógrafo Pierre Radisic fue más allá con su mujer, Anne Bernard, durante la leucemia que la confinó en un hospital en 2007. Gracias a su musa, da fe de que la vida sigue siendo vida aún en el interior de un hospital... hasta el punto de que mantienen relaciones sexuales inmortalizadas en gran formato. «¿Por qué no?», se pregunta Anne Bernard. «Toda una muestra de normalidad durante el tratamiento y cierta valentía que no asumen muchos pacientes al olvidarse totalmente del sexo», matiza Carlos Canal, hematólogo y fotógrafo, además del organizador de esta exposición, que podría visitar más ciudades españolas en los próximos meses.
El título no está elegido al azar. ¿Heroínas o víctimas? La respuesta no es sencilla para las cientos de miles de mujeres que han sentido, y sienten, dentro de su cuerpo la temida palabra. «No me considero ni una heroína ni una víctima, sino una persona que lucha, que cambia y se adapta diariamente». María Cobo repite las palabras que Jo Spence proclamó en 1986, pocos años antes de que una leucemia le ganase la batalla final. Siguen más vigentes que nunca. Un lema que se repiten muchas mujeres a diario. Simplemente quieren ser ellas. Sin etiquetas.