Editorial

Portugal, al rescate

La cercanía de la crisis debe mantenernos vigilantes ante las amenazas existentes

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El primer ministro dimisionario portugués José Sócrates confirmó anoche que su país ha decidido solicitar ayuda a la UE para recuperar el crédito y la estabilidad ante su grave crisis económica y política. Como es conocido, la oposición conservadora negó recientemente al gobierno socialista el gran ajuste fiscal que habría sido preciso para eludir el rescate del país, en una senda que ya están recorriendo griegos e irlandeses. Ayer, el Tesoro portugués logró colocar algo más de 1.000 millones de euros en sendas subastas de letras a seis y doce meses, ligeramente por encima del objetivo previsto, pero los intereses que hubo que pagar fueron exorbitantes. De inmediato, la situación fue considerada insostenible por la mayoría de los analistas, que señalaban que hasta junio Lisboa tiene que hacer frente a necesidades de financiación que superan los 7.000 millones de euros. El rescate de Portugal, que será concretado en la reunión informal de ministros de Economía de la UE que se celebrará mañana y pasado en Budapest, deberá ser negociado con la Comisión, el Banco Central Europeo y el FMI e incluirá un programa de ajuste fiscal y un conjunto de reformas. En total, el socorro podría costar 75.000 millones de euros, según el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, de los cuales 50.000 los asumiría la UE y el resto el FMI. Como es conocido, la banca española posee grandes cantidades de deuda portuguesa, pero el rescate no solo no afecta negativamente a los acreedores sino que ofrece, como es lógico, mayores garantías de solvencia. Ello explica que ayer el diferencial de la deuda española con respecto a la alemana registrara un nuevo mínimo. De hecho, la crisis portuguesa ha prestado visibilidad a la evidencia de que los mercados han desistido de especular con la deuda española. Con todo, la cercanía de la crisis debe mantenernos vigilantes ya que hay diversos elementos inquietantes del contexto internacional que están adquiriendo un cariz amenazante y podrían dificultar la lenta recuperación de toda la UE, en general, y la todavía más lenta de España, en particular.