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«Salir a la calle es peligroso por el caos de las bandas»

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No eran truenos. La lluviosa tarde del lunes anunciaba tormenta, pero el estruendo que retumbaba en la inmensa Abiyán procedía de la ofensiva sobre los últimos reductos del presidente Gbagbo. El misionero salesiano César Fernández escuchaba los ataques de los helicópteros artillados y las detonaciones de las armas pesadas de las fuerzas de Alassane Ouattara. Ayer, mientras la lucha proseguía en los distritos centrales de Plateau y Cocody, los habitantes de la castigada urbe intentaban sobrevivir. «Salir a la calle resulta muy peligroso porque las bandas han extendido el caos por toda la ciudad», asegura al otro lado del teléfono el religioso salesiano. «La situación es espeluznante».

Las ambulancias se han convertido en objetivo fácil. Ya no recorren las calles, los heridos han de alcanzar el hospital por su propio pie y los cadáveres permanecen en las cunetas. Además, superar el riesgo de convertirse en el blanco de jóvenes airados con armas automáticas también puede convertirse en una aventura frustrante. Los escasos mercados abiertos se hallan desabastecidos y el coste de los alimentos básicos se ha disparado. «El precio del plan se ha triplicado», lamenta Fernández, que atiende un centro de acogida para 60 niños de la calle. «No hay suministros porque los milicianos roban todo tipo de vehículos».

La residencia provincial de la orden ya no cuenta con agua potable y escasean los víveres. Según cuenta, en Koumassi, a 5 kilómetros del epicentro de la lucha, hace tiempo que se cerraron las tiendas, regidas por mauritanos. Recuerda la estación de autobuses abarrotada por los más previsores. «Había tal demanda que los precios de los billetes aumentaron desaforadamente».