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Un 'Código Real' para Bélgica
La opinión pública del país plantea la creación de un manual de buena conducta para la monarquía tras los continuos excesos del príncipe Laurent
MADRID. Actualizado: GuardarQue el príncipe Laurent es la oveja negra de la familia real de Bélgica no es ningún secreto. El menor de los vástagos de los reyes Alberto II y Paola no ha escatimado esfuerzos en labrarse la fama de 'enfant terrible' haciendo siempre lo que le ha venido en gana, en ocasiones bordeando los márgenes de la ley. Sin explicaciones ni remordimientos de conciencia. Varios han sido sus sonados problemas con la justicia -malversación de fondos, conducción temeraria, viajes de negocios a la Libia de Gadafi- de los que ha logrado salir airoso... hasta ahora. Las consecuencias de sus actos pueden ir más allá de una reprimenda de su papá, el rey, puesto que la opinión pública belga empieza a plantearse la necesidad de establecer un código deontológico para la monarquía.
Y es que el pueblo belga no está para sustos. Inmersos en una crisis política sin parangón -ostentan el título de campeón del mundo en incapacidad para formar gobierno tras 294 días en blanco- y en polémicas periódicas sobre la financiación de la Casa Real, lo último que necesitan es que un miembro díscolo de sangre azul les cree problemas con otros países. El último escándalo protagonizado por Laurent, que ya tiene 48 años y ocupa el tercer escalón en la línea sucesoria, es un viaje a la República Democrática del Congo, pese a que el Gobierno en funciones se lo hubiera prohibido de forma expresa. La antigua colonia belga celebrará elecciones después del verano y el Ejecutivo de la metrópoli no quería malentendidos. Pero a pesar de todo, el príncipe rebelde hizo las maletas y, según ha revelado la prensa, se reunió con el presidente, Joseph Kabila, quien además pagó los billetes de avión y la estancia de toda su delegación en Kinshasa.
El viaje no ha sentado bien a nadie, ni al gobierno ni al pueblo, y como el rey parece incapaz de atarle en corto, el rotativo 'Le Soir' ha llegado a plantear la posibilidad de elaborar un manual de buena conducta que establezca qué puede hacer y qué no la realeza belga, y que incluya sanciones en caso de incumplimiento. Como si fuera la versión 'Real' del código civil.
300.000 euros anuales
La propuesta no ha caído del todo mal entre los ciudadanos, así que igual Laurent puede ir diciendo adiós a su vida disoluta a costa del erario público. Tiene una asignación económica pública de 300.000 euros anuales, además de cargos militares y puestos honoríficos en diferentes entidades y asociaciones. También es presidente de una fundación privada, 'la Grect', que es de su propiedad y que está dedicada a la promoción de proyectos relacionados con el desarrollo sostenible.
Pero ni con eso parece que tiene para llegar a fin de mes y hace unos años se enfangó en un feo caso de desvío de fondos de la Marina belga para sufragar la remodelación de una de sus residencias de lujo. Llegó incluso a los tribunales, pero consiguió irse de rositas. De lo que no se ha librado es de la retirada del permiso de conducir, puesto que hace pocos meses fue descubierto mientras circulaba a gran velocidad por las calles de Bruselas con uno de sus ferraris. Pero, visto lo visto, el no tener carné puede ser el menor de sus problemas.