Aldabonazo de Daniel Luque, que abre la puerta grande
CASTELLÓN. Actualizado: GuardarDe los seis toros de los hermanos González Sánchez-Dalp, los dos más en el tipo de Núñez, tercero y sexto, unidos en un mismo lote, fueron de serio empleo. Con los dos anduvo seguro, inspirado, templado, entregado, triunfante y generoso de su persona Daniel Luque. En dos versiones distintas porque distintos fueron los toros . De tren templado y humilladas embestidas por la mano izquierda un sexto de rara traza: sacudido y badanudo, cárdeno casi ensabanado pero carbonero y botinero, de hocico picudo y cuello largo que le daba elasticidad. Fue toro de notable fijeza. A la bondad general de la corrida este sexto le puso una gota de caro estilo que no tuvieron los otros.
El tercero, negro girón y calcetero, pinta exótica pero propia en la procedencia Rincón, tuvo más ritmo que fuerza y, aunque echó tras prolija faena el borrón final de medio rajarse, repitió con son regular. Una costalada, el oxígeno justo, la gasolina indispensable. Pero fue buen toro. Como estaba ambicioso, no en ansia pero sí con la hierba en la boca, Daniel Luque sacó de los dos toros todo lo que llevaban dentro. Y eso lo hizo con autoridad, facilidad y diligencia. Hay toreros que parecen torear por instinto y Daniel es uno de ellos.