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Rubalcaba ante su última batalla
Poco amigo de las primarias, cuenta con el respaldo de la mayoría de las federaciones
MADRID. Actualizado: GuardarUno de los últimos todoterreno de la política vela armas para la que puede ser su última gran batalla política, aunque con él nunca se sabe, es un corcho político que ni en las peores tormentas se ha ido a pique. Alfredo Pérez Rubalcaba estaba en el selecto puñado de socialistas que estaban en el secreto de los planes de José Luis Rodríguez Zapatero y a partir de ahora tendrá que empezar a hacer movimientos a la luz del día porque entre sombras y bambalinas lleva meses haciéndolos.
Él no ha dicho nada sobre sus supuestas intenciones sucesorias, y cuando ha sido interrogado al respecto ha soltado balonazos a la grada. O bien no era el momento o no era el lugar adecuado, el caso es que nadie, en público, ha oído de su boca que aspire a ser el candidato del PSOE a presidente del Gobierno en 2012. Todos los socialistas, sin embargo, no tienen la menor duda.
Su elección, según el análisis más extendido en el partido, supondría el triunfo de la opción continuista, el 'zapaterismo' maduro, en palabras de un veterano diputado. Pero pocas seguridades se pueden tener con un político que siempre ha sido el segundo de alguien. Fue un puntal en el equipo de Felipe González y lo ha sido aún más con Zapatero. Siempre ha sido un perfecto desarrollador del proyecto político de otro, pero no se conoce su pensamiento ni su ideario personal.
Bien valorado
Curtido en mil batallas, ha saboreado en la lucha contra el terrorismo las mejores mieles de su ya larga carrera política. Nunca ha estado tan bien valorado entre la opinión pública ni ha recogido el reconocimiento general como en los cuatro años largos que lleva al frente del Ministerio del Interior. Aunque la sombra del chivatazo a ETA y la difusión de las actas de las reuniones de la anterior tregua han proporcionado munición al PP para arremeter con todo. Por su acerado verbo y habilidad parlamentaria, reconocida por los suyos y los rivales, siempre ha sido una de las 'bestias negras' del partido opositor que siempre ha visto en él un 'maquiavelo' de andar por casa, un conspirador impenitente y un experto en urdir operaciones mediáticas. Pero ahora, con Zapatero descontado, es la diana por excelencia de los populares que admiten el peligro potencial que acarrea un cara a cara de Rajoy y Rubalcaba.
Con ser un dirigente muy influyente en el PSOE carece, por paradójico que parezca, de poder territorial, al punto de que ha peregrinado con su escaño por media España -ha salido elegido por Cantabria, Toledo, Cádiz y Madrid-. No tiene un feudo en el que asentar su base, pero en todas partes tiene fieles. Con la impagable ayuda de José Blanco cuenta ahora con el respaldo de la abrumadora mayoría de las federaciones socialistas si da el paso, como todo hace prever, de lanzarse a la carrera por la candidatura.
Treinta años
Sus partidarios ponen un pero a estos planes, la participación en unas primarias. Después de todo lo que ha sido y con más de 30 años en el partido a sus espaldas no tiene que disputar nada con nadie, dicen los 'rubalcabistas' más acérrimos. Él tampoco ha dicho nada de esto, pero se puede presumir que como integrante de la vieja guardia tampoco es muy entusiasta de esta fórmula por los riesgos de fractura que acarrea. Además, tiene una mala experiencia en estas lides, su candidato siempre ha perdido en las elecciones internas.
Los suyos sueñan con una aclamación en el Comité Federal tan contundente que frene cualquier intento de competición interna, pero la negativa de Zapatero ha emplear el 'dedazo' y la presión interna a favor de un procedimiento democrático juegan en contra de esa opción. Cabe la alternativa del 'ticket' con Carme Chacón que manejan algunos en el partido, pero aún es pronto para ver si esa opción política cuaja.