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Aplausos, alivio y algunas lágrimas
El jefe del Ejecutivo esquiva el sentimentalismo y deja claro que «ejercerá» hasta el final
MADRID. Actualizado: Guardar«No es momento de hacer balance sino de acción; soy presidente del Gobierno y secretario general y voy a ejercer», advirtió Zapatero en su intervención final ante los notables del partido.
El líder socialista tenía claro que ayer no podía lanzar un mensaje de despedida. Al revés, si de verdad quiere acabar la legislatura debe mantener vivo su liderazgo hasta el final. Pero eso no impidió que algunos derramaran una lágrima por el fin de una época. José Blanco, vicesecretario general del PSOE y escudero fiel durante todos estos años, admitió en una conversación informal con los periodistas que no pudo contener la emoción. Y no fue el único.
Otros, en cambio, se mostraron más fríos. «Es que hoy no era el día del adiós», justificó otro líder territorial. El propio Zapatero dio poco pie al sentimentalismo al explicar de una manera racional que, desde el día que llegó a Moncloa, pensó que no gobernaría más de ocho años porque su «visión del liderazgo democrático» le había llevado a la convicción de que eso era lo mejor para el país y porque creía que sería «lo más conveniente» para su familia.
Tras el anuncio hubo un prolongado aplauso. No excesivo. No abrumador. Quizá porque eran muchos los convencidos de que no cabía esperar una decisión distinta (hoy o más adelante) y, seguro, porque fueron varios de los asistentes los que sintieron alivio al ver cómo por fin se cumplían sus deseos. «Gracias -dijo el extremeño Guillermo Fernández Vara- por responder a lo que te pedíamos: despejar dudas, no por que no te presentaras».