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Brutal ataque a la ONU en Afganistán
Una turba mata a siete trabajadores de Naciones Unidas en protesta por la quema de un Corán en Florida
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarLa quema de un ejemplar del Corán en Florida el pasado 20 de marzo desató ayer el ataque más grave contra las Naciones Unidas en Afganistán en los últimos dos años, después de que miles de manifestantes arrasaran el campamento de la agencia en la ciudad de Mazar i Sharif, en el norte del país. Al menos siete trabajadores extranjeros y cuatro personas de nacionalidad afgana se cuentan entre los fallecidos. Entre los numerosos heridos figuraría el jefe de la misión de la ONU en esa localidad. Otras fuentes citadas por la agencia Reuters elevaron la cifra de fallecidos a 20 personas entre operarios locales y extranjeros, guardias de la organización y soldados gurkha nepalíes contratados para proteger el recinto.
Los acontecimientos se sucedieron con una endiablada rapidez. Minutos después de concluido el acto de oración de los viernes en la céntrica Mezquita Azul de Mazar i Sharif, una enfurecida multitud de unas 20.000 personas se dirigió al campamento de la ONU situado apenas a unos cuantos metros. Los agentes que lo custodiaban poco pudieron hacer para contener a la turba que los desarmó, utilizando luego esas armas en el ataque. Cinco agentes nepalíes y dos trabajadores europeos murieron durante la embestida en la que además se prendió fuego a las instalaciones.
Las autoridades afganas admitieron que se vieron desbordadas por la magnitud de la revuelta, que hizo poco menos inútil el esfuerzo de las fuerzas policiales por detener a los manifestantes. Cuando finalmente lograron tomar el control de la situación ya era demasiado tarde. «Los agentes trataron de pararlos pero eran tantos que la situación quedó pronto fuera de control», señaló el comandante militar de la zona.
Un canal de televisión local emitió un vídeo de los hechos, en el que puede apreciarse cómo los manifestantes agitan vallas protectoras y derriban una torreta antes de prender fuego al lugar, mientras unos pocos policías miran y disparan al aire. Al menos en dos casos, los manifestantes golpearon con martillos los cuellos de los trabajadores para intentar decapitarlos.
Ofensa con proyección
El de ayer es de lejos el suceso más grave ocurrido desde que el pastor protestante Wayne Sapp quemó un ejemplar del Corán en una iglesia de Florida hace dos semanas. Para darle más proyección a su ofensa, el acto contó con la presencia de otro pastor, Terry Jones, cuyo anuncio de una acción similar el año pasado, en vísperas del aniversario del 11-S, desencadenó una ola de protestas en todo el mundo.
La acción de Sapp ha tenido menos repercusión en EE UU que las anteriores provocaciones de Terry Jones, un asunto que llegó a movilizar en su día a Barack Obama. En el mundo islámico, sin embargo, el asunto ha causado gran consternación. El presidente afgano, Hamid Karzai, lo calificó de «crimen contra una religión» y pidió un castigo judicial contra Sapp.
Los analistas consideraban que la quema del Corán podía desencadenar protestas en Afganistán, un país en guerra y de sociedad muy conservadora, y el día elegido fue ayer, jornada del rezo, con distintas ciudades abarrotadas por miles de personas. Hubo manifestaciones en Nimroz y también en la tranquila Bamiyán, pero la más numerosa tuvo lugar en la ciudad occidental de Herat, donde miles de afganos se echaron a las calles y gritaron proclamas contra Estados Unidos antes de dispersarse pacíficamente.
En Washington, el presidente Barack Obama condenó con duros calificativos el brutal ataque contra las oficinas de la ONU.