El-Asad denuncia un complot extranjero para no ceder el poder
El líder sirio asegura en el Parlamento que estudió reformas antes de las revueltas pero «no hay que acelerarse» dada la inestabilidad
JERUSALÉN. Actualizado: GuardarAl mas puro estilo Gadafi, Bashar El-Asad denunció que una «gran conspiración» amenaza su país y, como Hosni Mubarak, se enredó en explicaciones lunáticas para justificar su inmovilismo. Como que las leyes de emergencia pueden estar creando «algún sufrimiento a la población», pero que lo inaplazable -dijo- es su «preocupación por la salud de los niños». El presidente sirio compareció ayer por primera vez tras dos semanas de manifestaciones que han dejado decenas de muertos y, a pesar de las expectativas, no se comprometió a ninguna reforma concreta. Muy por el contrario, aseguró arrogante que estudió cambios «cuando no había presiones» pero que, en medio de las actuales «condiciones estacionales», «no hay que acelerarse».
El-Asad habló ante el Parlamento -donde su partido Baas tiene por ley la mayoría absoluta de los escaños- y no paró de sonreírse, mientras los diputados le jaleaban «¡solo Dios, Siria y Bashar!» y «¡sacrificaremos nuestra sangre por ti!». Tras el discurso, miles de personas se echaron a las calles del sur de Damasco al grito de «¡libertad!» y también en la costera localidad de Latakia, que registró disparos y choques con la policía.
La alocución presidencial, probablemente la más importante de sus once años de mandatos, no respondió a las esperanzas suscitadas días atrás desde las propias filas del régimen. Se anunciaron nuevas leyes de prensa y partidos y, el domingo, que el fin del estado de excepción que ampara la represión desde 1963 estaba «decidido». La dimisión el martes de todo el Gobierno en bloque auguraba nuevas concesiones.
«Una conspiración»
Pero el mandatario hizo pocas, y de orden retórico. Insuficientes para una reconciliación. Admitió, en plural, que «no hemos atendido muchas de las aspiraciones del pueblo» y que «lo que está ocurriendo no es solo una conspiración», porque hay necesidades en la calle. Pero insistió en la teoría de un complot exterior, que habría tomado ventaja de esa insatisfacción social para «instigar el caos». Primero, «hace semanas a través de canales satélite y los móviles», y luego «atacando Siria» y reforzando las diferencias sectarias internas a fin de desestabilizarla.
No dio más datos, pero subrayó el presidente El-Asad que el «último objetivo» de la conjura que se cierne sobre el país es «que renunciemos a la resistencia contra Israel» y sentenció su determinación de proteger a los sirios. Es la historia oficial que en todo momento han venido difundiendo los medios estatales, y apuntalándola, Bashar El-Asad trató de despojar a sus fuerzas de seguridad de toda responsabilidad sobre las cargas que se han perpetrado contra las manifestaciones -principalmente el jueves 24 en Deraa- subrayando que sus soldados y policías tienen orden estricta de «no causar daño a los ciudadanos».
Y añadió el líder sirio que «es importante que se reconozca la diferencia entre las reformas beneficiosas para la gente y la malicia de los saboteadores».