COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

PHOTOSHOP

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La ley de la relatividad se ha empeñado en desmentir a don Hilarión demostrando que hoy no son las ciencias, sino las letras las que adelantan que es una barbaridad. Mucho más desde que se inventó twitter y esos ciento cuarenta caracteres que valen más que cualquier imagen. Por eso, porque la ley de la relatividad impone sus criterios es por lo que se ha devaluado tanto la imagen de la imagen, y no es redundancia. Ahora, ante cualquier fotografía planea siempre la sospecha de la manipulación, del retoque, de la corrección, algo que finalmente no hace sino añadir prevenciones sobre la información que nos llega por la vista, que dicho sea de paso, es el más endeblito de los sentidos. Miren, si no, esas imágenes de la detención en el Cerro del Moro, esos vecinos en bata o albornoz, ese familiar con el chándal negro y dorado y unas megagafas de sol, o ese otro con la gorra como un rapero, que lo único que hacen es añadir grandes dosis de marginalidad a un barrio que trata de sobreponerse a su sambenito.

Sí. Definitivamente la imagen ha perdido la fuerza que tenía hace unos años. Ya no convence la juvenil apariencia de Isabel Preysler porque bajo esa estampa «photoshopada» se traslucen muchos más años de los que debe tener en realidad, ni tampoco seduce la ajustadísima cintura de Norma Duval porque debajo del estilismo digital se intuye todo un mapa de bits capaz que induce a pensar que nada es lo que parece.

Por eso, me sorprende que en medio de esta corriente desprestigiada de la imagen, las campañas electorales sigan confiando ciegamente en su poder. Tanto Marta Meléndez como Teófila Martínez parecen otras en las fotos elegidas para bombardear la ciudad. No son como las vemos, no. Y si no son como las vemos, ¿qué podríamos esperar?