Editorial

Excesos partidarios

La clarificación que exige el 'caso Faisán' no debe causar fisuras en la unidad antiterrorista

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El desarrollo del sumario sobre el 'caso Faisán', en torno al supuesto aviso que los integrantes del aparato de extorsión de ETA recibieron sobre una inminente redada, y la publicación de actas de la banda terrorista sobre las conversaciones mantenidas con el Gobierno durante su tregua de 2006 suscitan interrogantes y sospechas sobre la actitud que entonces pudo mantener el Ejecutivo frente a los etarras. La postura gubernamental de negar que pasase algo parece contradecirse con los resultados de la investigación judicial. Por lo que resulta lógico que la oposición popular exija que se aclare el episodio del bar Faisán. Aunque el hecho de que su labor de control parlamentario adquiera connotaciones de pugna partidaria, e incluso incida en el futuro político del vicepresidente Rubalcaba, tampoco constituye la mejor vía para clarificar lo ocurrido. Mucho menos si se pone en cuestión la vigencia de una entente en materia antiterrorista entre los dos grandes partidos. El Gobierno de Rodríguez Zapatero afrontó el alto el fuego de 2006 con ingenuidad y un exceso de voluntarismo que desde distintos sectores de opinión se le reprochó cuando comenzaron a evidenciarse las resistencias etarras a poner fin a su trayectoria violenta. Mucho tiempo después del atentado de la T-4, Moncloa e Interior quisieron extraer la conclusión de que ETA se encontraba más débil tras la ruptura del alto el fuego que antes de su anuncio, lo cual en ningún caso demostraba que su gestión de aquel mal llamado 'proceso de paz' hubiese sido la idónea, puesto que se podría aducir que la banda hubiera estado aun peor si Rodríguez Zapatero no se hubiese mostrado tan obstinado con sus mal informadas convicciones. Pero un juicio político pormenorizado sobre aquella actuación en pleno período electoral y mediante el cruce fragmentario de documentos no puede desembocar más que en el enconamiento partidario, generando fisuras cuando más necesaria es la unidad. Con la salvedad que requiere la depuración de responsabilidades en el 'caso Faisán'. Responsabilidades que desde el primer momento se sacudió el Ministerio de Interior y su titular Pérez Rubalcaba, pero que en tanto desemboquen en un juicio con sentencia condenatoria afectarán al ámbito de lo que eran sus atribuciones políticas.