La radiactividad de la central nuclear nipona llega a la costa este de China
El Gobierno de Pekín confirma la presencia de partículas tóxicas en varias ciudades aunque en niveles bajos que no afectarían a la salud
SHANGHAI. Actualizado: GuardarLa crisis nuclear de Fukushima es de crescendo lento, pero sus tentáculos comienzan a extenderse y ya traspasa las fronteras de Japón. No en vano, las autoridades chinas confirmaron ayer que partículas radiactivas, de yodo 131, se habían detectado en varias ciudades de la costa este del país, incluida la capital económica, aunque su nivel está considerado como 'extremadamente bajo' y no representan un peligro para la salud. El órgano que emitió el comunicado, el Comité de Coordinación de Emergencias Nucleares de China, confirmó que la radiación procede de la central japonesa averiada. No obstante, aseguró que no son necesarias las medidas de protección.
«La población no debe tener pánico», aseguraba ayer en las páginas del diario 'Shanghai Daily Su Guodong' un ingeniero del Buró de Protección Medioambiental de la megalópolis más poblada del gigante asiático. «Los datos que se recogen diariamente se publican en la página web del Ministerio de Medio Ambiente, y el Gobierno tomará las medidas que sean necesarias». De momento, ya se han comenzado a realizar test de radiactividad en los productos agrícolas de varias provincias chinas.
Creciente demanda de sal
Pese al mensaje tranquilizador de las autoridades de Pekín, el público va más allá, y los productos japoneses, antes considerados de primera calidad, están en severo declive. Incluso aquellos que por su fecha de manufacturación y forma de conserva no conllevan peligro alguno. Así, muchos supermercados han comenzado a retirarlos, quizá para dejar sitio a la sal que tanto se demanda y que ha derivado en historias curiosas como la de Guo.
Este hombre de la ciudad de Wuhan, que vive en un apartamento de escasos veinte metros cuadrados, decidió jugar a la especulación e invertir sus ahorros en la compra de 6,5 toneladas de sal. Pagó un 85% más del precio habitual, pero esperaba que se la quitasen de las manos por la radiación. Finalmente, el Gobierno se ha encargado de disipar los rumores, y Guo parece que se salvará de la ruina gracias a la intervención del Ejecutivo de Pekín, que se ha apiadado de él y le pondrá en contacto con un comprador.