Los jugadores de la selección española se abrazan para celebrar uno de los tres goles que consiguieron ayer ante Lituania en Kaunas. :: AP
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Excelente cosecha en Kaunas

Los teóricos suplentes, con Llorente y Mata a la cabeza, demostraron que serían la envidia hasta en Brasil España completó un notable ejercicio de jerarquía, oficio y personalidad en el patatal lituano

MADRID. Actualizado: Guardar
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En un partido más de oficio que de disfrute, España cumplió todos sus objetivos en Kaunas, escala forzosa hacia la Eurocopa de Ucrania y Polonia. Ganó bien, consolidó su liderato de grupo, volvió a mostrar capacidad de reacción y evitó lesiones. Además, varios teóricos suplentes, con Llorente y Mata por bandera, demostraron que serían la envidia en cualquier selección del mundo, incluida Brasil.

Los grandes saben adaptarse a diversos registros, tanto en el mundo de la cultura como en el deporte, y los españoles dejaron patente que en esto del fútbol son genios. En una alfombra o en un sembrado más propio para plantar alcachofas que para tocar balones, actuó con jerarquía. No asumió riesgos absurdos e impuso su calidad. Un ejercicio notable de autoridad y profesionalidad y un repóquer de victorias en el desequilibrado grupo que convierte los tres últimos partidos en meros trámites.

La selección volvió a sufrir un golpe de mala suerte, ya que Stankevicius imitó al checo Plasil y agarró un disparo imposible, pero la respuesta a ese uno a uno provisional fue magnífica, de equipo con grandeza. Se fue arriba, achuchó a un rival que ya no da ni patadas -en anteriores visitas los lituanos fueron mucho más agresivos- y resolvió con solvencia. Salió Mata, se desmarcó con destreza y facilitó que Xavi o Silva impartieran una lección de visión de juego.

Del Bosque, sobresaliente en el planteamiento, no jugó al despiste y puso en liza al once con el que probó la víspera. Un equipo con cinco poco habituales pero de plenas garantías en todo campo y frente a cualquier adversario. Un bloque con cuatro del Madrid, tres del Barça, otros tres del Athletic, lo que a buen seguro no hizo ninguna gracia a Joaquín Caparrós, y Cazorla en representación del Villarreal. Equilibrado, con toque, con físico y sin extremos.

Entendieron sus pupilos que debían gobernar el partido y tocar lo que se pudiera pero que no podían complicarse la existencia de medio campo hacia atrás. Una vez lo hicieron y les costó el empate.

Salvo en esa jugada aislada, Piqué buscó pases en largos que no se le ven en el Barça, donde no la rifa nunca. Combina siempre con ambos laterales, los medios centros y se apoya con frecuencia en Víctor Valdés. Y si no, recurre al cambio de juego tipo Fernando Hierro o Koeman. No estaba la noche ni el sembrado para florituras, si acaso para cubrir el expediente con mono en lugar de esmoquin.

Sobre todos destacó Fernando Llorente, mucho más que un recurso, un especialista o uno de esos arietes que pueden abrir un encuentro cerrado al vacío. Estuvo magnífico aunque no es de recibo que jugara con otra camiseta diferente, sin la estrella de los campeones y las rayas en azul. Quería un modelo de los ajustados y no quedaban de las nuevas. Un dato más demostrativo de que el partido parecía de Regional.

Llorente se distingue

El partido se desarrollaba con inusitada tranquilidad, con dominio insulso de los españoles y pocas llegadas al área, hasta que el de Terrasa aprovechó su momento. Recibió en corto y probó suerte. Decidió tirar de lejos y acertó, ya que el balón se le envenenó a Karcemarskas tras golpear en un defensor y dibujar una parada imposible para cualquier portero. El gol se celebró mucho por los internacionales, sabedores de que lo más difícil estaba conseguido. Hasta De Bosque aplaudió con fuerza.

Quizá porque no había sufrimiento alguno, la selección cometió un par de errores. Bajó el ritmo, sobre todo defensivo, y hubo alguna laguna de concentración. De pronto, Piqué se acordó de su naturaleza, de ese central estelar que todo lo juega, y se equivocó en el origen de la jugada. Intentó sacar un balón cerca de la banda en vez de quitárselo de encima, permitió un robo y el lío posterior. Mal despeje de Arbeloa y disparo extraordinario de Stankevicius desde unos 30 metros.

España contestó a lo campeón campeón. Dio un acelerón y encerró a los lituanos. El empate servía pero había que ganar por una cuestión de prestigio. Poco después de entrar por Cazorla, Mata tiró un desmarque, Xavi le puso un balón magistral y el centro del valencianista lo remató Kijanskas, agobiado por Llorente. El central del Jagiellonia polaco fue una víctima del patatal. Iba a despejar pero el balón le botó mal y le golpeó en la espinilla. El tercero fue una obra de arte firmada por Silva y Mata. Trazo modernista en un escenario medieval.