Patarroyo halla las «reglas» para crear vacunas contra enfermedades infecciosas
El propósito del científico colombiano es luchar contras unas dolencias que cada año causan 17 millones de muertes en el mundo
BOGOTÁ / MADRID. Actualizado: GuardarEl científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo asegura haber encontrado los principios químicos y la metodología para desarrollar vacunas sintéticas capaces de prevenir todas las enfermedades infecciosas existentes en el mundo. Según Patarroyo, el propósito de su investigación es evitar los 17 millones de muertes que se producen al año en el mundo a consecuencia de agentes infecciosos. De acuerdo con el científico, Premio Príncipe de Asturias de Investigación en 1994, su hallazgo no consiste en el descubrimiento de una vacuna universal, sino de los «principios y reglas» que permiten fabricar vacunas contra las dolencias infecciosas, que en conjunto suponen 517.
El estudio, dirigido por Patarroyo y publicado en la revista estadounidense 'Chemical Review', utiliza el agente causante de la malaria como modelo, una enfermedad de fácil diagnóstico que se combate mediante la administración de quinina. De las 517 enfermedades infecciosas descritas, que van desde la gripe a la bronconeumonía pasando por la malaria, apenas 15 tienen vacuna, es decir, desarrollan antígenos capaces de inducir la producción de anticuerpos y con ello una respuesta del sistema inmunológico.
«Utilizando la malaria como modelo experimental, lo que hicimos fue definir esas reglas de juego para poder desarrollar vacunas. A partir de esto, esas reglas mismas pueden extrapolarse a otras enfermedades».
A la vista del escaso número de dolencias que cuentan con su correspondiente vacuna, Patarroyo y su equipo de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia abordaron el asunto desde un enfoque químico, lo que supone un acontecimiento novedoso, toda vez que las únicas vacunas existentes se fabrican a partir de la biología, según informa Efe.
Así las cosas, una vez que el microbio invade el organismo a través de la picadura del mosquito y llega al hígado, el equipo del investigador reconoció las proteínas que el parásito emplea para adherirse a las células que va infectar. «Luego averiguamos su estructura química tras hacer con ella fragmentos», señala el científico. Tales fragmentos no son susceptibles de configurar vacunas por sí solas, dado que el sistema inmunitario es ciego y no los reconoce. Es precisamente esa 'ceguera' la que hace posible que los microbios puedan alojarse en el organismo humano.
Para subsanar este defecto, los investigadores optaron por transformar los fragmentos a través de la química, dando lugar a proteínas sintéticas e idénticas a las de las únicas partes del microbio capaces de pegarse a los glóbulos rojos para después cambiar el orden de los componentes. De este modo, las moléculas, que antes pasaban desapercibidas para el sistema inmune, son ahora reconocibles y visibles.
Producción de anticuerpos
Una vez que la molécula es copiada en términos químicos y después modificada, es capaz de producir anticuerpos y activar la respuesta inmune. Según Patarroyo, que lleva trabajando 33 años en el proyecto, el estudio científico exige conocer el genoma del parásito y el genoma humano. Llegados a este punto, en teoría se puede hacer «la síntesis química de esas moléculas para desarrollar vacunas».
La Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, dirigida por el científico, lidera también la producción de vacunas contra otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis y la leishmaniasis. Su método de síntesis química permite que las vacunas puedan fabricarse en grandes cantidades, a precio reducido, y que sean estables a temperatura ambiente.
Su descubrimiento es aplicable también al combate de la tuberculosis, el papiloma humano, el dengue, la hepatitis C o la lepra, por citar solo algunas de las enfermedades infecciosas más comunes.
Manuel Elkin Patarroyo consiguió en 1987 la primera vacuna contra la malaria, que según los estudios clínicos protege a entre un 30% y un 50% de la población mayor de cinco años. El investigador en inmunología tiene la segunda generación de esta vacuna, de la que ha constatado una efectividad superior al 90% en monos.