Cádiz, Bicentenario de 2012, una esperanza compartidaXxsxsxsxlllsxsxsxsx xsxsxsxsxsxsxsx
REPRESENTANTE PROVINCIAL EN CÁDIZ DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS. Actualizado: GuardarComo la Constitución de 1812, a principios del siglo XIX, aparecieron en España los primeros ingenieros de caminos. Desde entonces, estos ingenieros nos han acompañado desarrollando todo tipo de infraestructuras civiles; carreteras, ferrocarriles, puentes, canales, presas, estructuras de grandes edificios, infraestructuras urbanas, puertos, aeropuertos, depuradoras y potabilizadoras de agua, túneles, proyectos de urbanismo y ordenación del territorio, y un largo etcétera de obras que han contribuido al desarrollo económico y social, no sólo de nuestro país, sino de muchos otros en todo el mundo.
Los primeros ingenieros de caminos surgieron tras la creación, en 1799, de la Inspección General de Caminos y Canales y la posterior apertura de una escuela para la formación de sus facultativos en 1802. Hasta entonces no se había prestado atención a la necesidad de tecnificar y profesionalizar a los encargados de los caminos y de las obras hidráulicas del reino. La muerte de más de 600 personas el 30 de abril de 1802, debido a la rotura de la presa de Puentes, situada en Lorca (Murcia), fue el detonante que hizo obvia la necesidad de profesionalización de los ingenieros de caminos.
El prestigio profesional de los ingenieros de caminos no ha sido fruto de la casualidad, sino la consecuencia lógica del abnegado trabajo de un grupo de profesionales altamente cualificados. Figuras de la talla de D. Leonardo Torres Quevedo, inventor del famoso transbordador de las cataratas del Niágara, D. José de Echegaray, primer premio Nobel español, D. Leopoldo Calvo Sotelo, Presidente del Gobierno, D. Juan de la Cierva, inventor del Autogiro y uno de los padres de la aeronáutica española (junto a otros tres ingenieros de caminos: Loring, Torres Quevedo y Cantero) o D. Ildefonso Cerdá, autor del ensanche de Barcelona, son algunos de los más insignes ingenieros de caminos. Todos ellos fueron responsables de grandes obras, incluso nuestra provincia tiene magníficas obras de ingeniería, como el faro de Chipiona, el más alto de España, proyectado por D. Eduardo Saavedra, o el Mercado de Abastos de Algeciras y el Acueducto del Tempul (situado en La Barca de la Florida), obras ambas de D. Eduardo Torroja Miret.
Quizás aquellos Diputados, que durante los años previos a 1812 gestaron la primera Constitución española, sintieron también el peso de una gran responsabilidad en un momento tan importante para nuestra historia. Sin embargo, había que llevar a cabo toda una proeza social: cambiar el modo de pensar de todo un país. Ellos nunca hubieran esperado que, todo lo creado en aquellos años, fuera abolido tan sólo dos años más tarde ya que, en 1814, al subir Fernando VII al trono, éste abolió la Constitución. Con qué facilidad, aquello que tardó años en hacerse realidad, sucumbió tristemente ante el absolutismo.
Ahora, el mundo de la ingeniería de caminos, canales y puertos en España, se encuentra en un momento también crucial para su existencia. Por Real Decreto se ha establecido que no es necesario visar proyectos como presas o puentes que, según se deduce, no suponen una «relación de causalidad directa entre el trabajo profesional y la afectación a la integridad física y seguridad de las personas». Quizás el legislador no supo, ni sepa, ni sabrá aprender la lección que la rotura de la presa de Puentes dio a nuestra historia.
Por otro lado, el denominado Proceso de Bolonia, ha hecho desaparecer la titulación de ingeniero de caminos, introduciendo otra más internacional, la de ingeniero civil. Este cambio de denominación es lógico, lo que no lo es tanto es que el sistema de formación, donde cada escuela de ingenieros define el programa de estudios sin criterio común, es una especie de cajón de sastre.
Por último, el borrador de la Ley de Servicios Profesionales, parece pretender acabar con un sistema de regulación de atribuciones profesionales entre ingenieros que, en el caso de los ingenieros de caminos, tiene más de 200 años de historia y es similar al de otros países europeos. Esta Ley parece ser que permitirá que cualquier ingeniero, independientemente de su especialidad, pueda realizar cualquier trabajo de ingeniería. Por poner un ejemplo que todos entendamos con facilidad, es como si nosotros fuéramos a un hospital y un pediatra nos operara del corazón.
Tantos años de esfuerzo y servicio profesional se pueden ver así truncados como lo fue nuestra Constitución de 1812. Confiemos en que el espíritu de libertad y avance democrático de nuestra primera Constitución, que resurgió años después de su abolición, renazca pronto, junto con una profunda y seria reestructuración de nuestra profesión, buscando la excelencia que el servicio a la sociedad requiere.
Hemos de mantener bien alta la esperanza y, aún más, el ingenio para salir airosos de estos tiempos difíciles, y todo a pesar de la ignorancia, de la mediocridad y de la falta de consideración de algunos de aquellos que, supuestamente, sirven a su pueblo.
Sin duda alguna, los ingenieros de caminos seguiremos sirviendo a la sociedad como siempre hemos hecho: adaptando el entorno a las necesidades del hombre y satisfaciendo sus necesidades, respetando el medio ambiente y, siempre, en favor del bien común.