La cara que nos ocultan de Libia
EXCONCEJAL DEL AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ Actualizado: GuardarLas revueltas sociales en el Norte de África y en otros lugares del mundo musulmán, han sido utilizadas para que EE UU y sus socios inicien una campaña mediática contra el gobierno libio, del mismo corte de la orquestada en su día contra el de Irak. El pretexto era un supuesto bombardeo de civiles cuya información procedía siempre de la misma fuente (un tal 'Abel', que también dio la noticia sobre la fuga de Gadafi a Venezuela, qué coincidencia), sin que exista una sola foto de esos cientos de personas masacradas.
Mientras la OTAN y EE UU acercaban su maquinaria infernal frente a las costas de Libia, y nuestras ministras, de Asuntos Exteriores y de Defensa, inflamadas de ardor guerrero, pedían una intervención urgente para salvar a los libios, la mecha de la opinión publica continuaba haciendo su efecto. Finalmente lo consiguieron: El Consejo de Seguridad ha autorizado una intervención -eufemísticamente llamada 'pasillo aéreo'- contra Libia. La guerra ha comenzado.
A Libia hay que situarla en su contexto geográfico, que no es Europa. Pero sus dirigentes no tienen nada que ver con los de Egipto o Túnez (en donde hay tanta pobreza), ni con los de Arabia Saudí, Kuwait . u Omán, por referirnos a algunos tan agasajados últimamente. En Libia se ha repartido la riqueza.
La política libia -que no se puede medir con parámetros occidentales- es el resultado de un delicado equilibrio entre tribus y clanes, a través del Congreso Popular General, con un sistema de representación directa, la Jamahiriya, basada en asambleas y comités populares, a nivel local, regional y nacional. El objetivo de Gadafi era lograr un sistema político intermedio entre el capitalismo y el comunismo, que les ha funcionado, hasta el punto de que Libia tiene la mayor renta per cápita de toda África. Y el mayor índice de desarrollo humano de ese continente, según el Programa PNUD, de la ONU. Es decir los mayores logros en sanidad, en educación, en renta familiar, en longevidad, etc. Los niños están escolarizados y para los estudiantes que lo deseaban el Gobierno libio venía concediendo becas para cursar estudios en el extranjero.
Su sistema sanitario cuenta con una amplia cobertura territorial, las tecnologías más avanzadas y los especialistas mejor pagados del mundo. Y las rentas del petróleo han venido beneficiando a toda la población, hasta el punto de que «uno de los problemas de Libia -me comentaba un amigo que conoce bien el tema- es que mucha gente pasó del camello al mercedes, y esto cuesta asumirlo». De ahí se explica que este país, con 4.000.000 de habitantes, tuviera más de 2.000.000 de extranjeros, que se dedicaban, entre otras cosas, a trabajos que no querían realizar los libios. Aparte, por supuesto, de las numerosas empresas -muchas españolas- que tenían en ese país sustanciosos contratos y desplazaron ahí su personal. Libia era un emporio de prosperidad al que acudían trabajadores de todo el mundo. Mientras la deuda de España es de un 60 % la de Libia no llega ni al 3% pese a tratarse de un país que debe importarlo casi todo. Como decía D. Manuel Fraga, tras aquel viaje que tantas críticas le acarreó: «Ustedes dirán lo que quiera, pero yo no he visto a ningún libio pidiendo limosna».
Gadafi en estos momentos, con la campaña orquestada en su contra, es un sátrapa genocida (busquen por los alrededores a quien esté limpio de polvo y paja). Pero quienes lo conocen lo definen como un coronel revolucionario e idealista, que desde pequeño destacó en sus estudios. Hijo de pastores, de la Tribu de los Gaddafa, su abuelo paterno murió combatiendo a los italianos, que invadieron el país, y su padre padeció muchos años de cárcel.
Cuando llegó al poder, nacionalizó compañías petrolíferas -como la British Petroleum-, logrando el control de la economía petrolera para distribuir sus beneficios entre la población libia. Nacionalizó asimismo numerosos bancos. Se volcó en las obras públicas y en los equipamientos para su gente, siendo de mencionar su apuesta por las tecnologías punta en sectores emergentes, como el sistema de captación de agua en el desierto, basado en atrapar nubes, mediante unas estructuras metálicas, que semejan palmeras, y que han logrado una auténtica revolución verde, con la plantación de millones de árboles y la creación de prósperas zonas agrícolas en ese medio hostil.
Sin embargo, desde los años noventa, bajo la supervisión del FMI, y aplaudido por los gobiernos occidentales -desde Blair hasta Zapatero, pasando por Berlusconi y Aznar-, se inició en Libia una campaña de privatizaciones de las empresas productoras y distribuidoras de petróleo, que desencadenó una gran corrupción y dio al traste con muchos de los logros conseguidos hasta el momento (V. Navarro publicó un interesante artículo sobre el tema). Las medidas neoliberales, apoyadas por el FMI determinaron la subida de los precios de los alimentos y la eliminación o recorte de ayudas, pensiones y subsidios públicos, dañando muy seriamente a las clases populares y trabajadoras que han acabado movilizándose contra el gobierno. (El tema nos suena).
Pero el más grave problema que tiene de Libia es el petróleo, permanentemente codiciado por otras potencias. El 15 de abril de 1986, escuadrones de la VI Flota norteamericana y del Reino Unido atacaron con bombas y misiles numerosos objetivos libios, población civil incluida. Hanna, la pequeña hija de Gadafi, murió en el bombardeo. El ataque fue condenado por la ONU. Esta vez parece que lo han preparado mejor, ya que, con dudas y deserciones, unos cuantos países han manejado la ONU a su antojo, decidiendo un embargo sobre Libia, llevar a Gadafi ante un Tribunal Penal Internacional (¿Para cuando Bush?) y, finalmente, la intervención militar. En esta estrategia sería utilizada, una vez más, la Base de Rota, convirtiéndonos a los gaditanos en blanco de la contienda. Las consecuencias de un nuevo Irak en el Mediterráneo podrían ser catastróficas.
Mientras Japón se debate entre la vida y la muerte, tras un auténtico cataclismo y con una amenaza nuclear encima, EE UU y sus socios nos embarcan en una nueva guerra. Sobran los comentarios.