Fuerzas rebeldes rezan antes de entrar en batalla con las fuerzas gubernamentales a pocos kilómetros de la ciudad de Ajdabiya. :: AFP
MUNDO

Primera batalla en la zona de exclusión

Aviones franceses derriban un aparato de las fuerzas de Gadafi, que intensifican sus ataques en Misrata

BENGASI. Actualizado: Guardar
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Caravanas de jóvenes con banderas revolucionarias conducen sus vehículos hacia la plaza del puerto de Bengasi. A ritmo de bocinas y disparos al aire devuelven a la capital de los rebeldes una imagen que había perdido tras los bombardeos de las fuerzas de Mamuar Gadafi hace una semana. La ciudad se preparaba a última hora de la tarde para la jornada de rezo y lucha de hoy, en la que la oposición volverá a exigir la marcha del líder libio y dará gracias a la comunidad internacional por su intervención militar.

Towfik sigue la romería festiva desde su peluquería, vuelve a trabajar tras cinco días escondido junto a su familia en una aldea del norte. Con un ojo en la calle y otro en la televisión sigue las noticias sobre el avión del régimen derribado en Misrata por los cazas franceses. «Así no hay quien se concentre», repite ante el nutrido grupo de clientes ansiosos por acicalarse de cara al día sagrado.

Los aliados intensifican sus ataques por mar y aire y ayer. La tercera ciudad del país y último feudo rebelde en el oeste, a menos de doscientos kilómetros de Trípoli, volvió a ser el centro de atención debido a las denuncias de médicos y vecinos sobre la presencia de francotiradores de Gadafi -que el miércoles causaron al menos diecisiete muertos- y los tanques apostados en las cercanías del hospital y el puerto, donde miles de trabajadores africanos esperan la llegada de un ferry que les saque del infierno.

Pese al caos absoluto en las filas militares rebeldes, el portavoz revolucionario, coronel Ahmad Omar Bany, aseguró que «hubo una incursión de unos cuarenta tanques del dictador en Misrata que fue repelida tras lograr destruir veintidós de los blindados». Unas palabras que se produjeron durante una rueda de prensa en la que anunció la próxima constitución de un ejército nacional que empezará «desde cero», aunque no dio fecha de su puesta en marcha «ya que dependerá de las circunstancias».

Lo que sí adelantó fue que el que el exministro de Interior y antiguo número dos de Gadafi, general Abdelfatah Yunes, será jefe del Estado Mayor de la nueva fuerza armada. «Y es que no se puede comparar el Ejército libio con uno de verdad porque Gadafi se encargó de destruirlo», apuntó Bany. El portavoz de los sublevados aprovechó para insistir en que «no queremos fuerzas extranjeras en suelo libio, ya que nuestra cultura no nos permite que haya soldados de otros países en nuestra tierra. Lo que necesitamos son municiones y armas».

Propaganda de Gadafi

A cada noche de bombardeos le sigue la denuncia de Trípoli sobre civiles muertos a causa de los ataques de la coalición. El régimen mostró a la prensa internacional los cuerpos de dieciocho militares y civiles víctimas del fuego aliado, extremo negado por los portavoces de las fuerzas extranjeras y por los rebeldes, que aseguran que se trata de una estrategia de propaganda más de Gadafi, a quien acusan de «conservar los cuerpos de nuestra gente en morgues para exhibirlos ahora como si fueran sus muertos», según declaraciones de un miembro del Consejo a la emisora Libia libre.

La televisión del régimen, la misma que sigue asegurando que las fuerzas del dictador respetan el alto el fuego, emitió durante la tarde imágenes de funerales en los que, según la cadena, se enterraban a los muertos por los bombardeos aliados. El número dos de la diplomacia libia, Khaled Kaim, compareció ante las cámaras para hacer un balance sobre los ataques de los «cruzados colonialistas» en Trípoli, Misrata, Bengasi y la región de Jufra, en el centro del país, y donde, según los sublevados, Gadafi aprovecha las instalaciones militares como centros de reclutamiento para mercenarios de Chad, Níger o Mali.

La televisión oficial también anunció que el Gobierno de Trípoli respalda la propuesta de la Unión Africana de celebrar una cumbre extraordinaria hoy en Addis Abeba sobre Libia para intentar desbloquear la situación. La UA quiere contar en la capital etíope con representantes del régimen de Gadafi y de la oposición, además de enviados de la Unión Europea, el Consejo de Seguridad de la ONU y países árabes vecinos.

Towfik aparta su vista del televisor y se concentra en el afeitado de su cliente. Pasada la procesión de jóvenes, dos hombres echan gasolina sobre un contenedor repleto de basura y le prenden fuego. Es la manera que tiene Bengasi de solucionar el problema de la falta de servicios que padece la ciudad. El deseo firme por acabar con cuatro décadas de dictadura es motivo suficiente para mantener unidos a los libios y ayudarles a soportar los rigores de esta etapa revolucionaria donde los ataques aliados terminarán «muy pronto», anunció ayer la Casa Blanca. «Cuestión de días o semanas, no meses», según Alain Juppé, ministro francés de Exteriores.