Álvaro Colom y Sandra Torres, durante un acto de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). :: MOISÉS CASTILLO/AP
Sociedad

Hasta que las urnas nos separen

El presidente de Guatemala y su mujer se divorcian porque ella quiere ser su sucesora y la ley se lo impide. Transpaso de poder en la alcoba. Como los Clinton, los Kirchner...

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Hay sucesiones políticas que se fraguan tras maratonianas y humeantes cumbres. Las hay que se gestan en cenas informales o a bordo de aviones en puentes aéreos. Y hay sucesiones que surgen en la intimidad, en el silencio de la alcoba conyugal, consultando con la almohada o con la parienta. Con el presidente del país en pijama. Con la primera dama en camisón. Y con un divorcio 'de conveniencia' entre las sábanas. Guatemala anda estos días removida. Agitada por un culebrón. Y este no es televisivo. El presidente, Álvaro Colom, y la primera dama, Sandra Torres, han decidido poner fin a 11 años de matrimonio. Ni hay terceras personas ni esgrimen aquello de 'se nos rompió el amor'. La causa es más pragmática. Sandra, de 51 años, licenciada en Comunicaciones y Políticas Públicas, aspira a convertirse en sucesora de su esposo. Su sueño, ser elegida presidenta en las elecciones de septiembre. Y para ello no le queda otra que 'romper' con su maridito, ocho años mayor que ella. La Constitución guatemalteca prohíbe presentarse a unos comicios generales a familiares del presidente «hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad». Y los Colomo Torres han decidido quitar esa piedra de la carrera política de Sandra con un divorcio «de mutuo acuerdo»; y con una desaforada polémica.

El propio Colom negó hace menos de un mes que el matrimonio fuera a disolverse por las ínfulas de poder de su señora. «Sería inmoral», clamó. Hasta que llegó la 'crisis de pareja'. En el país centroamericano se habla incluso de delito por parte de Colom y señora. «Ellos han aparecido públicamente como un matrimonio avenido. Y ahora presentan una demanda de divorcio que es una simulación ante el juez. Es muy grave», afirma el abogado Eduardo Valdizán. Los partidarios de Torres (dueña de varias plantas textiles en el país) y el presidente resaltan que ambos se casaron en Cuba y por el rito maya. Vamos, un enlace de aquella manera y con escasa validez en Guatemala.

El 'síndrome Eva Perón'

La noticia se ha conocido esta semana pero el runrún sonaba hace meses. Hasta en Wikileaks. «No ha manifestado públicamente sus intenciones, pero está claro que la primera dama tiene intención de postularse para la presidencia en 2011. Sandra Torres es una mujer muy abrasiva». Fue el adjetivo elegido por los cables diplomáticos de Wikileaks para definir la agresividad verbal, ambición y aspiraciones políticas de señora de Colom. La organización de Julian Assange incluso filtró la «enorme influencia» de Torres sobre su marido y su papel en la dimisión de un alto cargo del Gobierno, el director general de Seguridad, Carlos Quintanilla.

«Cuenta la leyenda latinoamericana que a muchos presidentes se les ha confiscado el poder desde la alcoba», destacaba ayer la edición digital del medio local 'Estrategia y Negocios'. «Torres prefiere la candidatura a Colom», era su sentencia. Allí lo llaman el 'síndrome Eva Perón'. La mítica Evita jamás llegó al Gobierno, pero como primera dama logró eclipsar al mismísimo presidente Juan Domingo Perón, aspiró a la vicepresidencia de Argentina y se ganó el corazón del pueblo con una fuerza que llega hasta nuestros días. Hoy es un mito. Fue Isabelita Perón, la tercera mujer del general, la que cogió el testigo de su marido. Un caso único de sucesión de alcoba casi dinástica.

«Eva hubiese merecido ser la primera presidenta de la historia». No es una cita con mucho pasado. Es de hace tres meses y salió de boca de Cristina Fernández de Kirchner. La actual gobernante de Argentina es otro ejemplo del 'síndrome Eva Perón', un precedente del 'culebrón' de Guatemala. En el puesto 68 de las 100 mujeres más influyentes del mundo, según 'Forbes', Cristina Fernández fue 'señora de' antes de diputada, senadora y finalmente presidenta de la nación argentina. A la sombra del difunto Néstor Carlos Kirchner fue labrando su carrera política. Hasta el punto de convertirse en la candidata oficialista del Partido Justicialista (heredero del Peronista), protagonizar mítines de la mano de su esposo y alzarse con la victoria (el 45,29% de los votos, la mayor de la democracia argentina) en las presidenciales de 2007. Ambos intercambiaron sus roles en la toma de posesión. Ella dio un paso al frente y empuñó el bastón presidencial; él aplaudió en un discreto segundo plano.

En este caso, ni las urnas ni la muerte separó a las dos figuras públicas. Tras la muerte el año pasado de Nestor Kirchner, a su viuda le han llovido acusaciones de querer sacar rédito electoral de la desaparición de su esposo. La oposición la criticó por no guardar duelo y apresurarse a salir en público. «La presidenta no puede decirle a los argentinos en cada acto que su esposo camina entre la multitud», ha lamentado la diputada Graciela Camaño.

Ana Botella y Sonsoles

En 1998, cuando salió a la luz el escándalo mundial de la «relación no apropiada» entre Bill Clinton y Mónica Lewinsky, esa que se fraguó en los 'bajos fondos' del Despacho Oval de la Casa Blanca, muchos analistas consideran que Hillary Clinton tomó su decisión política más acertada. Se metió en su papel de víctima, 'perdonó' uno a uno los nueve encuentros sexuales de su esposo y la becaria... y dio el primer paso de una fulgurante carrera. Logró ser senadora por Nueva York y aspiró a ocupar el mismo sillón del Despacho Oval en el que se vivieron tan tórridas citas. La irrupción del primer presidente afroamericano de la historia de los Estados Unidos le paró los pies. Hillary no pudo consumar la 'sucesión de alcoba', aunque Obama la repescó como secretaria de Estado. Y con el polvorín internacional encendido, faena no le falta...

Que Dios los cría y la política los junta es algo que se repite a lo largo y ancho del planeta. Los ejemplos no escasean. Tampoco en el panorama nacional. El tándem Aznar-Botella es uno de los exponentes. Que la esposa del ex presidente del Gobierno tenía querencia por la política es algo que se veía por su constante presencia junto a su marido en actos oficiales. Ejerciendo de pleno como primera dama. Casi como Sonsoles con Zapatero ahora... El pase a un segundo plano de Aznar coincidió con el salto a la política de Ana Botella como concejala y teniente de alcalde de Madrid.

Felipe González, el eterno rival de Aznar, fue otro de los que encontró el amor entre bambalinas. Carmen Romero, su mujer durante 39 años, compartió con él la Moncloa durante casi tres lustros, empezó como diputada por Cádiz y hoy es eurodiputada. La carrera profesional de ambos sigue viento en popa. La personal se desgajó en 2008, cuando Mar García Vaquero, empleada de banca y 21 años más joven que el ex presidente, apareció en escena. Algo parecido paso un poco más al norte. Otros 'cuernos' con carga política en Francia. Ségolène Royal, ex candidata socialista al Elíseo en 2007, rompió con François Hollande, líder del Partido Socialista y padre de sus cuatro hijos. De nuevo una tercera persona tuvo la culpa. Un caso muy distinto al de los polémicos mandatarios guatemaltecos: marido y mujer hasta que las urnas les separe.