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El líder yemení asusta con la guerra civil
Saleh, acosado por las protestas, advierte sobre el riesgo de un golpe de Estado y anuncia que dejará el poder a finales de año
Actualizado: GuardarLa crisis de Yemen se acentúa cada día, pero el presidente Alí Abdalá Saleh se aferra al discurso de que solo él es capaz de mantener el país unido, el mismo mensaje con el que se ha sostenido en el poder durante 32 años. Ayer, el mandatario amenazó con la guerra civil si se producía un golpe de Estado y, acosado por las manifestaciones, aceptó la misma propuesta que le hizo la oposición hace dos semanas y que entonces rechazó: abandonar el poder antes de fin de año. Ahora, sin embargo, y especialmente tras la matanza del pasado viernes, que ha supuesto un punto de inflexión en la crisis, es la oposición la que no acepta la propuesta y exige a Saleh que se vaya de inmediato.
La oferta del dirigente enfureció a los miles de manifestantes que se congregan desde hace semanas en la que ha pasado a conocerse como 'plaza del cambio' de Saná. «El anuncio del presidente es otra maniobra política», dijo a AP el portavoz opositor Mohamed al-Sabri, quien añadió que «lo que era aceptable ayer ya no lo aceptamos hoy». Tras varias semanas de protestas, que empezaron en enero pero se intensificaron el mes pasado, Saleh anunció que no se presentaría a un nuevo mandato, pero que pensaba acabar el actual, que finaliza en 2013. La oposición le propuso entonces que se marchara después de las elecciones legislativas que tendrán lugar a finales de este año, algo que el déspota no quiso aceptar.
Cascada de dimisiones
Pero la situación ha cambiado mucho en los últimos cinco días en Yemen. La masacre que el pasado día 18 cometieron francotiradores y fuerzas de seguridad en una manifestación en Saná, en la que murió más de medio centenar de personas, ha provocado una cascada de dimisiones, entre los que se cuentan ministros, diplomáticos y altos cargos del Ejército, que se han sumado a las protestas pacíficas. Ayer, una fuente cercana al presidente dijo a Efe que Saleh no tiene interés en continuar en el poder, pero que tampoco quiere marcharse sin saber quién le sucederá, por lo que quiere esperar a que se celebren las elecciones legislativas para «garantizar un traspaso institucional».
Las dimisiones y el cambio de lealtades ha desatado el nerviosismo en el régimen, especialmente después de que el número dos de las Fuerzas Armadas anunciara el lunes que apoyaba y protegería a los manifestantes. Saleh lo ha interpretado como una amenaza de golpe de Estado, y ayer advirtió de que cualquier intento de tomar el poder por esta vía desembocaría en una guerra civil.
En una reunión del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente volvió a destacar las desconfianzas y enemistades entre los distintos grupos y facciones del país, como los Hermanos Musulmanes, los comunistas o los rebeldes chiíes. «Cada uno tiene su agenda y todos quieren llegar al poder y, después de que lleguen, ¿qué?», dijo el mandatario, dentro de su ya viejo discurso de que solo él es capaz de mantener la estabilidad y la unión del país.